El ambigú

Gobernar sin enfrentar

La polarización política representa un riesgo significativo para las democracias al amenazar la estabilidad y la convivencia en las sociedades

En octubre de 2020 refería en esta tribuna y con el mismo título que: «Estamos en un momento de crispación y enfrentamiento político con precedentes en nuestra historia», y terminaba diciendo: «Cuando el frentismo se ejerce desde la oposición es muy negativo para la democracia, pero cuando se ejerce desde el Gobierno es letal y pone en riesgo todo lo que se ha construido en los últimos cuarenta años». Nos decía el presidente Adolfo Suárez: «El diálogo es, sin duda, el instrumento válido para todo acuerdo, pero en él hay una regla de oro que no se puede conculcar: no se debe pedir ni se puede ofrecer lo que no se puede entregar porque, en esa entrega, se juega la propia existencia de los interlocutores». Poco ha cambiado la situación política en estos momentos.

La polarización política se manifiesta cuando las diferencias ideológicas y partidistas se vuelven cada vez más extremas y rígidas, alejando a las distintas facciones políticas en direcciones opuestas. En este contexto, los ciudadanos tienden a identificarse fuertemente con su grupo político y a percibir al otro lado como enemigo o adversario, en lugar de como un competidor legítimo con puntos de vista válidos. Pero en España estamos viviendo una situación paradójica, cuanto más enfrentamiento político hay en las instituciones, menos se refleja en la sociedad civil, la cual avanza ajena a aquella polarización alcanzando en su seno cuotas de desarrollo económico y social en cuya consecución poco o nada tiene que ver la actividad política. Algunos gobernantes se sienten fuertemente atraídos por lo que se denomina la política del caos, esto es, buscar la permanente división y enfrentamiento social, proponiendo constantes iniciativas y debates que fomenten ese enfrentamiento social, donde se ven muy cómodos porque es el ambiente en el que mejor se desenvuelven.

La teoría del caos es la denominación popular de la rama de las matemáticas, la física y otras ciencias como la economía, que trata ciertos tipos de sistemas complejos y sistemas dinámicos muy sensibles a las variaciones en las condiciones iniciales; pequeñas variaciones en dichas condiciones iniciales pueden implicar grandes diferencias en el comportamiento futuro, imposibilitando la predicción a largo plazo. Y algo así está ocurriendo en la actualidad fuera y dentro de España, existen grupos de diferente naturaleza muy interesados en provocar caos social que haga que el equilibrio se rompa sobre la base de revueltas sociales, utilizando a inocentes peones que en la creencia de que están sirviendo a un fin superior, como es luchar contra la injusticia social, pueden estar siendo utilizados por un interés que lo único que pretende es provocar una época de desgaste y sufrimiento social con grandes costes humanos y económicos. Esto permitiría llegar a una época de reconstrucción, momento que les será muy favorable, puesto que en el ciclo caos, destrucción y reconstrucción, siempre surgen personas que se enriquecen a costa del sufrimiento de los demás.

En situaciones políticas como esta no es adecuado buscar y precipitar la división y el enfrentamiento sino todo lo contrario, fomentar el consenso y el diálogo, abandonando las sendas de la confrontación. La polarización política representa un riesgo significativo para las democracias al amenazar la estabilidad y la convivencia en las sociedades. Para preservar el funcionamiento de la democracia, es fundamental abordar este fenómeno mediante el fomento de la educación cívica, el diálogo constructivo y la promoción de la participación ciudadana. Solo mediante el esfuerzo conjunto de líderes políticos, instituciones y ciudadanos se podrá enfrentar este desafío y proteger los principios fundamentales de la democracia. ¡Que lejos estamos! Alguien dijo que el caos es bendito porque es un síntoma de libertad, y qué equivocado estaba; no habrá ni libertad ni orden.