Cuartel emocional
Hace años
El inmencionable ha hecho con su gracejo habitual que la actividad gubernamental no nos dé un respiro
Hace años las noticias de verano eran desgracias como la inundación de un camping o los ahogados en esta playa o la otra, con ausencia apenas de novedades sobre política y políticos. Este año, el inmencionable ha hecho con su gracejo habitual que la actividad gubernamental no nos dé un respiro, y ahí tenemos a sus fontaneros y mercenarios dando por saco en el día a día de quienes queremos un respiro, que somos todos, creo, mientras él goza y se solaza de gorra por aquí y por allá. Dicen que en Marruecos, donde también algo guisa además de su relax –o relajo, no sé-, que no resultará favorable para España, eso ya lo sabemos. Como todo lo que hace.
Pero no sólo los pringados socialistas están gestionando las tropelías habituales, a las que ya estamos acostumbrados, y así tenemos a los partidillos parásitos, los partidos sanguijuela que chupan y chupan del bote para mantener arriba a quien no queremos mencionar, y de repente salen los patanes del Bloque Nacionalista Gallego (¿pero todavía existe esa formación?) ofreciendo sus servicios advirtiendo que no será “un cheque en blanco”. Hace muchos años podía permitirse polemizar porque tenía al frente a José Manuel Beiras, un chalado que armaba mucha bulla, levantaba polvareda a diario para hacerse notar y aupar a un partido que tuvo representación en el Congreso de los Diputados, aunque nunca alcanzó grandes avances en la política territorial, si bien dentro de Galicia mareaban bastante. Hoy su fundador tiene cerca de noventa años. Como intelectual era una cabeza sobresaliente, como político nunca dejó de parecer carne de psiquiátrico. Sin embargo tenemos que reconocer que aquellos partidos de ideología comunista de antes no mareaban tanto como ahora, ni se propugnaban esas consignas feministas que avergonzarían a mujeres como, por ejemplo, muchas de nuestras madres, verdaderas luchadoras de los derechos femeninos, que atendían divinamente a sus profesiones sin dejar de lado la vida de familia. Eso de la “conciliación” –palabra que jamás utilizaré para darle el significado actual-, lo resolvían sin necesidad de las prebendas que hoy se ofrecen para sumar votos. Tampoco mareaban con el sexismo y la violencia doméstica. Por cierto, unas jugadoras francesas anuncian después de muchos años que han sido sometidas a no sé qué tipo de chantajes sexuales. Esas son como las del “Me Too” americanas, muchas de las cuales van a sacar rentabilidad económica. Pero no sólo ellas, sino que ellos también recurren a estas artimañas para poner en evidencia a personajes célebres, como Kevin Spacey, quien finalmente ha sido declarado inocente de todos los cargos en el juicio por agredir sexualmente a cuatro hombres. Me alegro infinito.
Y se cumplen cincuenta años desde que la familia Real empezara a veranear en Mallorca. Siempre han sido los mayores representantes, los mejores relaciones públicas, los mejores propagandistas de nuestro potencial turístico. Ahora la minifamilia del Rey hace más incapié en los estilismos de Letizia, la simpatía de la princesa Leonor y de la infanta Sofía y la elegancia indiscutible del Rey. La recepción al mundo social que merodea la isla se mantiene y, una vez cumplidos estos requisitos, se van a “destino desconocido”. Bueno, creo que, en el pasado, gustaba mucho ver todo el rato a los monarcas y su descendencia por las calles, en los mercadillos o cenando en la mesa al lado de la nuestra, pero eso nos va quedando ya lejos.
CODA. Me encanta la palabra “inmencionable” porque así denominaban a los calzoncillos entre las gentes muy finas de la corte de Jorge VI de Inglaterra en aquellos tiempos difíciles de guerras y penurias. Hoy, aquí, tenemos gayumbos, palabra que ya reconoce la RAE si bien se utiliza entre un mundo muy cheli. Los británicos tienen el término “undies”, si bien mucho me temo que entre quienes rodean a Carlos III siguen recurriendo al “unmentionable”. Dios salve al Rey.
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