Al portador

Illa, Illa, Illa, Koldo mascarilla

«Las prácticas del ex-asesor de Ábalos abren un boquete que podría afectar a Salvador Illa y sus aspiraciones en Cataluña»

Sándor Márai (1900-1989) es uno de los novelistas y dramaturgos húngaros –y del Imperio Austro-Húngaro– más importantes, perseguido por el nazismo y por Stalin, que en España fue más o menos popular al principio del siglo XXI. Autor de «La mujer justa», «Diario de Buda» o «El último encuentro», también escribió que «nunca son tan peligrosos los hombres como cuando se vengan de los delitos que han cometido». En el PSOE que ha expedientado al ex ministro Ábalos, tras el escándalo de Koldo García, temen que esas palabras describan un futuro inmediato y que todo no acabe en los chanchullos de un aizkolari y portero de discoteca venido a más gracias a la política. La grada sur del Bernabéu, a punto de inaugurarse tras su gran y espectacular reforma, canta todos los partidos en el minuto 7: «Illa, illa, illa, Juanito maravilla». Un homenaje a un jugador carismático y desaparecido que portaba el número 7 en la camiseta. Koldo García ha sido el detonante, la chispa de un incendio que nadie sabe dónde puede llegar, pero en cualquier caso es caza menor y, por supuesto, sacrificable. Ábalos es una pieza mayor, que Sánchez ha intentado en vano que se fuera a casa leal y en silencio. No hará nada contra el PSOE, ni provocará, de forma directa o indirecta, la caída del Gobierno, pero estará ahí, como diputado del Grupo Mixto y queda mucha legislatura por delante. «Illa, Illa, Illa, Koldo mascarilla» puede ser el cántico que ponga de los nervios –ya lo ha hecho– a Salvador Illa, ministro de Sanidad en tiempos de las andanzas de Koldo con las mascarillas, y ahora «la gran esperanza» de Sánchez para que los socialistas catalanes ganen las elecciones y gobiernen en el Principado. Illa, aunque en el interior de la M-30 madrileña –expresión sobre todo indepe y despectiva sobre la vida política de la capital– no esté tan claro, despierta más que dudas en las zonas históricas del socialismo catalán, sobre todo en el gran granero de votos que es el Baix Llobregat. Un territorio en el que las cesiones continuas a Puigdemont despiertan recelos. Las prácticas de Koldo pueden ser corrupción –escandalosa– aunque tildada de tercera, pero han abierto un boquete que quizá afecte a las aspiraciones de Salvador Illa y eso sí es caza mayor. Y, ¡ojo!, que nadie olvide la advertencia del húngaro Márai.