Parresía

Lo de Íñigo Errejón

Este súbito adiós político llega en un momento pésimo para la plataforma Sumar y su lideresa

Lo de Ábalos es, ahora mismo, la gran pesadilla del sanchismo y, por extensión, de este Gobierno, si no tenemos en cuenta lo de Begoña. Concretamente, inquieta esa información aún desconocida que analiza la UCO en los pendrive del ex ministro. ¿Qué habrá ahí dentro? Mientras esperamos a que la Guardia Civil nos lo muestre, Sánchez y los miembros de su gabinete salen por los cerros de Úbeda cuando les preguntan por Víctor de Aldama, cerebro de la trama de corrupción del momento. Ábalos, entretanto, se defiende en la prensa y prepara su estrategia. La historia que ya ha trascendido de esta trama, en la que supuestamente Ábalos jugaría un papel principal, supera al cine más chusco de Torrente.

Pensad ahora en esos otros hombres que van de modernos y de feministas de cara a la galería y sin embargo, al escarbar un poco en su intimidad, descubres con gran decepción de qué pasta están hechos. Ante algunos, directamente, tienes que salir pitando. La que os escribe –y todas mis amigas periodistas, sin excepción– nos hemos topado en nuestra profesión televisiva y sus alrededores con individuos de esas características, egocéntricos superlativos a izquierda y derecha. Su grado de narcisismo tóxico suele ser directamente proporcional a su exposición mediática. Son, literalmente, contradicciones con piernas. De modo que cuando ahora leo, en el farragoso comunicado de Íñigo Errejón, que el susodicho ha llegado «al límite de la contradicción entre el personaje y la persona», ya voy adivinando por dónde van los tiros.

Aquel que, en su día, rompió totalmente con ese Pablo Iglesias que, en privado, «azotaría hasta hacer sangrar» a Mariló Montero (otro que tal baila). Aquel que llegó a levantarnos del asiento para aplaudir su sensibilidad cuando, desde su escaño, invitó a sus señorías a prestar atención a la salud mental e impulsó, de hecho, aquella cruzada. Aquel ser que tenía engañados a tantos votantes se marcha ahora, según explica, por problemas de salud física y mental. Pero enseguida descubrimos que no es así y que en Sumar, internamente, ya estaban al tanto de varios casos de supuesta violencia machista, de mujeres señalándole a él.

Este súbito adiós político llega en un momento pésimo para la plataforma Sumar y su lideresa. Ya en junio, Yolanda Díaz empezó dando bandazos cuando anunció que abandonaba la política, cosa que luego no hizo (¡en este país no dimite nadie!) Desde entonces, no da una. Últimamente intenta marcar perfil con el asunto de la gestión de la vivienda, votando contra el PSOE y con el PP, intentando sobrevivir dentro del propio Gobierno del que es vicepresidenta, mientras el CIS de Tezanos la fotografía en caída libre. Y ahora, resulta que cae en desgracia su apuesta personal, su propio portavoz parlamentario. Lo de Errejón es también lo de Yolanda Díaz.