Tribuna

¿Y si la Inteligencia Artificial tiene miedo de ti?

La IA no tiene alma. Por lo mismo, carece de bajas pasiones o apetito de poder

¿Y si la Inteligencia Artificial tiene miedo de ti?
¿Y si la Inteligencia Artificial tiene miedo de ti?Raúl

Esta semana coincidieron en Barcelona dos eventos que, no teniendo en principio nada que ver, abrían curiosos vasos comunicantes al análisis. El martes, la Universidad de Barcelona celebró el 25 aniversario del máster de periodismo que lleva realizando conjuntamente con la Journalism School de la Universidad de Columbia en Nueva York. Fue un acto emotivo para todos los vinculados al máster, que por el lado barcelonés dirige el doctor Frederic Vincent, y emocionante para los que no hemos participado nunca en él, pero sentíamos curiosidad por saber cómo y por dónde respiran las nuevas generaciones de periodistas. No son buenos tiempos para el oficio de informar, no. Eso lo sabe todo el mundo. Hay una crisis de autoridad, de fiabilidad y hasta de representatividad de los antaño omnímodos medios de comunicación de masas.

El deán de la Journalism School de Columbia, el doctor Jelani Cobb, admitió con pesar que los periodistas son hoy en día «sospechosos». Para el poder y, ay, también para la gente. Asimismo, acució a no dejarse desanimar por eso porque precisamente cuando se vive bajo sospecha es cuando más urge dar el do de pecho. «Cuando la gente ya no sabe hacia quién mirar, incluso con dudas, mira hacia nosotros; somos su último bastión», recordó a los presentes.

El miércoles, la Cámara de Comercio de Barcelona acogió la presentación de la XI edición del Informe de Riesgos Futuros de la Fundación AXA, presentado por el Foro Periodismo 2030, impulsado por Fernando Jáuregui y Sergio Martín. Este informe analiza los resultados de una encuesta de alcance mundial realizada por Ipsos a un panel de más de 3.000 expertos y cerca de 20.000 ciudadanos de muchos países. Es interesante comprobar cómo el miedo a las brechas de ciberseguridad y a un mal uso de la IA escalan en el ranking de la preocupación tanto de expertos como de la gente corriente.

La presentación del informe fue seguida por un animado debate de alto nivel. Se dijeron algunas cosas que, no por obvias, caen siempre por su propio peso. A saber: Luis Moreno Ortí, experto en IA, insistió en que la inteligencia artificial te ahorra, pongamos el esfuerzo de aprenderte cosas de memoria, pero no sólo no te ahorra el de pensar, sino que te obliga incluso a afinar tu sentido crítico. Estamos de acuerdo, es más, lo hemos dicho siempre: cuando los buscadores de Internet irrumpieron en nuestra vida, hubo quien puso el grito apocalíptico en el cielo. Otros –entre ellos el añorado filósofo Antonio Escohotado– saludaron en cambio con un entusiasmo la llegada de una catarata de información al alcance de todo el mundo como no había habido nunca. Para quien la sepa aprovechar, claro. Separando el grano de la paja.

Yo no comparto ese miedo atávico a la IA… así sea influenciada por mis lecturas juveniles de las novelas de Isaac Asimov, que creó todo un universo de ciencia ficción explorando las interacciones entre humanos y robots. En los mundos de Asimov, los robots, cada vez más omnipresentes, son recibidos con prevención por una humanidad recelosa de que la «dominen». Una y otra vez, los robots resultan ser más honestos y sobre todo más desinteresados que la gente. A todas las personas que se preocupan por si un día a la IA le da por volverse diabólica e intentar controlar el mundo, yo les preguntaría: ¿por qué? ¿Qué motivo tendría la IA para hacer eso?

La IA no tiene alma. Por lo mismo, carece de bajas pasiones o apetito de poder. Me dan mucho más miedo las personas que los robots, como a Asimov. Y la inteligencia natural, cuando es pérfida, que la artificial. Es posible que si nos rigiéramos por la IA nos ahorráramos muchos cuadros de nepotismo, corrupción y otras alegrías que nuestros líderes humanos, día sí, día también, nos dan. De hecho, sólo se me ocurre una buena motivación para que la IA tomara efectivamente el mando: que llegara a la conclusión de que no se nos puede dejar solos.

Sumando el dos y dos de los dos debates, no hay atajos, pero tampoco hay sólo precipicios. El presente puede ser sombrío; el futuro, incierto. Pero, si se piensa, la solución está inventada hace mucho, mucho tiempo. Se llama humanidad. Humanidades. Si mejoramos la verdadera materia prima de la historia, que somos todos y cada uno de nosotros, si, como decía el deán Jelani Cobb, sabemos a dónde volvernos en momentos de necesidad o de duda, saldremos adelante. Menos miedo y más exigencia humana.

Anna Grau es periodista, escritora y exdiputada en el Parlamento catalán.