V de Viernes
Inteligencia inhumana
Científicos de diferentes países alertan sobre el tsunami de manipulaciones de imágenes y audios a través de los instrumentos que la IA pone al servicio de la ciudadanía
Publicamos antes del verano en estas mismas páginas una portada y un trabajo de redacción en el que, bajo los títulos “Paren la Máquina” y “Alimentando al Monstruo”, nos hacíamos eco del debate científico sobre los límites de la Inteligencia Artificial (IA), haciendo especial hincapié en las opiniones de quienes piden una moratoria en su desarrollo, porque de lo contrario “nos acabará devorando”. Asistimos estos días a la polémica sobre las niñas españolas cuya intimidad ha sido vulnerada a través de la IA desnudando sus cuerpos en circunstancias aberrantes. Esto es apenas el comienzo de lo que puede ser el uso incorrecto de la robótica no sólo por la delincuencia digital sino por cualquier persona que tenga a su disposición mecanismos similares al ChatGPT, el chabot de Open AI que simula conversaciones humanas y es capaz de copiar con total exactitud nuestra voz, conversación, pensamientos e imagen. Italia ha bloqueado su funcionamiento. Francia y Alemania consideran seguir sus pasos. En Hollywood ya se usan aplicativos de inteligencia artificial para rejuvenecimiento facial, sincronización de conversaciones y recreación de voces de personajes fallecidos, por lo que Keanu Reaves adicionó a sus contratos una cláusula que prohíbe la alteración digital de su perfil. El generador de imagen Dall-E, también de Open AI, nos ha sorprendido con fotografías falsas casi reales del Papa, Trump, Macron, Sánchez o personajes famosos. El problema es que, en manos de delincuentes digitales, a cualquiera de nosotros nos pueden doblar tanto la imagen como el habla o datos personales para cometer fechorías. La IA conoce todas nuestras claves, vida, desplazamientos o aficiones, y para un hacker avezado no será imposible acceder a ellos y usarlo.
Dijo Stephen Hawking que la IA “podría acabar con la raza humana” si no garantizamos que sus principios coinciden con los nuestros. En realidad la IA no tiene principios. Es inhumana. Paul Christiano alerta: “Hay hasta un 20 por ciento de posibilidades de que la IA tome el poder“. Y Pengcheng Shi sentencia: “No creo que nadie pueda detener esto”. Future of Life Institut cree imprescindible una moratoria de seis meses en los avances de la IA. No se va a producir. El movimiento es tan imparable como descontrolado. Decenas de países progresan en direcciones diferentes. Elon Musk está a favor de la moratoria. No así Bill Gates, que cree que los beneficios superan al riesgo. Pero los riesgos no son menores. La IA se ha convertido en una fabulosa fábrica de mentiras. Nadie está a salvo. Fotografías o videos falsos saltan del porno a sofisticadas formas de fraude. Los daños son irreparables. Esta tecnología ha de ser regulada cuanto antes. No esperemos a más casos de niñas desnudadas e insertadas falsamente en orgías o escenas de sexo duro. Es un instrumento demasiado poderoso y peligroso como para que cualquiera pueda tener acceso.
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