La situación

Investidura fallida

«En política, nada está cerrado hasta que todo está cerrado»

Si todo es como parece, este miércoles se constatará la derrota del presidente del Partido Popular, Alberto Núñéz Feijóo. La mayoría del Congreso votará en su contra y perderá el primer asalto de la investidura. Y el viernes se repetirá el resultado, en segunda votación. Cuando eso ocurra, habremos asistido a la tercera investidura fallida de la democracia.

Sí, como dice Pedro Sánchez, constataremos que se ha perdido el tiempo, porque la derrota de Feijóo se presagia desde el mismo día de las elecciones. Y sí, como dice Sánchez, Feijóo no debió proponer su candidatura ante el rey si ya sabía que no iba a conseguir los apoyos. Pero en política, como en la vida, no es suficiente con tener razón: hay que disponer de la legitimidad suficiente para exponer esa razón contra otros.

Porque fue Pedro Sánchez quien inauguró el uso –o abuso– de investiduras fallidas a sabiendas, como método para engrandecer su figura política. Ocurrió por primera vez en marzo de 2016. El PSOE, cuya lista encabezaba Sánchez, obtuvo su peor resultado histórico hasta aquel momento (lo empeoró en la repetición electoral de junio de ese mismo año). Rajoy había ganado, pero no disponía de los escaños suficientes y evitó presentarse. Sánchez llegó a un acuerdo con Ciudadanos, con una raquítica suma de 130 escaños sobre 350 y, sin reparar en que pudiera haber alguna contraindicación, fue a la investidura y perdió.

Tres años después, en el verano de 2019, Sánchez ya era presidente (moción de censura mediante), había conseguido 123 escaños, se presentó a la investidura sin disponer de los acuerdos necesarios y perdió. Segunda investidura fallida a sabiendas. ¿Se perdió el tiempo? El argumento es que en aquellas ocasiones había que poner en marcha el reloj para repetir las elecciones. Y es lo que hoy hará Feijóo. Porque, a pesar de que Sánchez dice que buscará «los votos debajo de las piedras», aún tiene que encontrarlos. Se da por seguro que el líder socialista será dadivoso con sus partidos satélites, pero el acuerdo se tiene que cerrar. Y en política, nada está cerrado hasta que todo está cerrado.