El trípode

Entre Irene Montero y G.K. Chesterton

Una de entre las muchas hace referencia al riesgo de la increencia: «se deja de creer en Dios, y se puede creer en cualquier cosa».

La ex ministra y cabeza de lista de Podemos en las próximas elecciones europeas Irene Montero ha reabierto un debate que una vez más pone de manifiesto hasta dónde hemos llegado en esta sociedad que presuntamente pasa por ser la más desarrollada y civilizada de la Historia de la Humanidad. Acabamos de enterarnos de lo que es - o mejor, lo que no es- una mujer, para la anterior ministra de Igualdad del sanchismo. Lo curioso es que de acuerdo a su propia definición, ha quedado autoexcluida de tal condición, al no concurrir en ella las características que en su opinión la definirían como tal. Así que pese a ser madre de tres hijos y con toda la apariencia física de ser incluso una atractiva mujer ( con perdón) , según su personal definición, no lo sería. Todo ello por partir de la premisa del dogma de la corrección política de la ideología de género, que excluye que la biología sea definitoria de la condición masculina o femenina de toda persona humana. El gran escritor y filósofo británico G.K. Chesterton, reconocido converso a la Iglesia católica, es admirado entre otras cosas por su gran obra literaria y sus admirables frases llenas de sabiduría e ingenio.

Una de entre las muchas hace referencia al riesgo de la increencia: «se deja de creer en Dios, y se puede creer en cualquier cosa». Eso es aplicable por ejemplo, a los fieles seguidores de la religión climática o a los que reniegan del Dios del que se afirma en el Génesis que «creó al hombre, varón y mujer los creó». Esa antinatural ideología hija del marxismo cultural proclama que el «hombre», es decir, el ser o la persona humana se autodetermina de género a sí mismo, según su voluntad. Lo que deriva en que sus fieles seguidores compartan opiniones como la de Irene Montero, que no puede definir que es una mujer por ejemplo, o que afirma existan un número indeterminado de géneros humanos, representados por las siglas lgtb iQ+ y así hasta culminar con todas las combinaciones que permita nuestro abecedario. En una sociedad y un mundo occidental que en otro tiempo fue la cristiandad, y que ahora apostata públicamente de sus raíces judeocristianas, ya se cumple esa máxima de Chesterton de «creer en cualquier cosa». El ejemplo de Irene Montero - no confundir con María Jesús- es revelador al respecto. Y más todavía lo es Sánchez, que encarna varias consecuencias de esa increencia generalizada en quien se reveló a sí mismo precisamente como la «Verdad». Y definiendo a su gran antagonista como el «príncipe de la mentira».