Editorial

La legislatura pende de un hilo corrupto

Cualquier futuro que no pase por elecciones será un fraude. Decenas de miles de personas hablaron alto y claro en este sentido en Madrid

Pedro Sánchez no ganó las elecciones ni obtuvo una mayoría para gobernar. La propaganda orquestó una narrativa destartalada que se ha desmoronado en un año de Legislatura. La parálisis legislativa y las derrotas en el Congreso han supuesto un amargo despertar de la ensoñación que ha dejado en evidencia la famélica condición política de la coalición en la que hasta Sumar, una de las partes, se confunde con la oposición. Así que Sánchez está dispuesto a cumplir los tres años que le aguardan en el poder le pese a quien le pese, con Presupuestos o sin Presupuestos, con corrupción o sin corrupción, con imputación o sin imputación. Hace tiempo que los escrúpulos dejaron de condicionar sus actuaciones y menos el desprestigio de su figura, la humillación de su partido o la degradación de la democracia. Si su porvenir dependiera exclusivamente de su voluntad, de su capacidad para inhibirse del entorno y falsear la realidad que lo rodea y sufre el conjunto de la sociedad, el debate no existiría y la suerte estaría echada. Su desapego sobre aquello que no quiere oír ni entender carece de precedente y será casi digno de que la politología lo estudie en el futuro. Pero Sánchez no está en manos de Sánchez, por más que su soberbia parezca absoluta, sino que camina apoyado en la muleta de todos los socios que conforman la mayoría de la investidura que no de la legislatura, como más de uno se ha esforzado en proclamar. Todos han vendido caro sus escaños en una factura que ha pagado la nación que no el presidente como enemigos de España y sus libertades que han sido y son. Pero no es un pacto de sangre ni mucho menos de una lealtad pétrea. Nada es eterno salvo la muerte y las cosas duran lo que duran. Todos ellos se han colocado de perfil, marcando distancias, con los escándalos que rodean al presidente, su familia, el gobierno y el PSOE. Han pretendido salvar la cara sin éxito con la excusa grotesca de que no hay indicios de financiación ilegal de Ferraz a diferencia del PP, que fundamentó la moción de censura de Sánchez con el PNV una semana después de que el soberanismo vasco se hubiera comprometido con Rajoy y sus Presupuestos Generales. Las trayectorias de Frankenstein han probado que ni sus palabras ni sus obras son de fiar. A día de hoy, PNV, ERC, Bildu, Junts, Podemos y Sumar están con Sánchez, pero el «caso Ábalos» ha disparado las incertidumbres, las dudas y las evaluaciones internas. Es una sociedad de intereses y conveniencia. Cuando entiendan que los beneficios no compensan el desgaste en términos políticos, institucionales e incluso de imagen, los acontecimientos se precipitarán y la minoría gubernamental se convertirá en soledad y en el final. No caerán con la corrupción sanchista. Antes soltarán el lastre, que ya es la proyección que manejan. Que puedan salir indemnes de tanta tropelía a costa de los españoles resulta desolador, pero es la consecuencia de la ambición de quien, derrotado, compró la Presidencia. En todo caso, cualquier futuro que no pase por elecciones será un fraude. Decenas de miles de personas hablaron alto y claro en este sentido en Madrid.