Apuntes

Un líder postideológico de «imensa plasticidade»

En España, la «imensa plasticidade» de nuestro Gobierno trató de resolver el problema trasladando la responsabilidad a los propietarios de pisos en alquiler

Aquí, en Portugal, se ha seguido con algún interés el proceso electoral español. La izquierda lusa, en general, destaca la legitimidad de una coalición de partidos que permita a Pedro Sánchez renovar el mandato, aunque haya perdido las elecciones. Nada nuevo, pues, bajo el sol. Pero leo en el diario «Público» un análisis de un tal Pedro Norton, gestor de profesión, que hace una descripción del personaje que no me resisto a transcribir. Dice Norton que «hay que hacer un gran esfuerzo para no admitir que, mucho más que un hombre de causas caras a la izquierda, Sánchez es cada vez más un líder postideológico cuya inmensa plasticidad todo lo admite». Esa «imensa plasticidade», en portugués en el original, es un hallazgo semántico, cierto, pero, también, una descripción algo cruel de un político, más si procede de un periódico como «Público», referente de la socialdemocracia lusitana. Lo cierto es que nuestros vecinos van saliendo de la crisis de la pandemia con un gobierno socialista que comete los mismos errores que todos los gobiernos socialistas, pero que, al menos, no insulta a la oposición ni se hace la víctima de oscuras conspiraciones de ignotos poderosos. Ahora, están a vueltas con una ley de la Vivienda que pretende controlar el auge de los pisos turísticos y poner límites al precio de los alquileres, cuando el problema de fondo es que llevan dos décadas sin una política de vivienda social digna de ese nombre, y, además, sin la excusa de que son las autonomías –en Portugal votaron en contra de un Estado autonómico– las que tienen transferidas las competencias urbanísticas. Y, claro, llegaron los millones de Europa, diseñaron un gran Plan de Recuperación y Resiliencia, con proyectos de industrialización bien pensados, pero que exigen una mano de obra cualificada que, vaya por Dios, no encuentra un piso donde vivir. Ocurre en Évora, con la industria aeronáutica, o en Sines, con el gran proyecto de desarrollo portuario, pero se extiende por casi todo el territorio. Hay ofertas laborales, pero no hay parque de viviendas para atraer esa mano de obra. En España, la «imensa plasticidade» de nuestro Gobierno trató de resolver el problema trasladando la responsabilidad a los propietarios de pisos en alquiler, y parece que los socialistas lusos van por la misma senda equivocada. Porque establecer restricciones administrativas en un espacio, como es la Unión Europea, que apuesta por el mercado libre, nunca funciona. Es sabido, pero también lo es que el socialismo siempre tropieza tres o cuatro veces, incluso, cinco, con la misma piedra.