Opinión
Madrid en el Vaticano
Desde luego es toda una declaración de principios ante la proximidad de unas elecciones autonómicas y municipales, aplicando la máxima de que «una imagen vale más que mil palabras»
Merece algo más de un comentario la audiencia del Papa Francisco con toda una delegación política madrileña integrada por la presidenta de la Comunidad, Isabel Díaz Ayuso y el alcalde de la Villa y Corte, José Luis Martínez-Almeida, acompañados por el cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, en funciones de Embajador plenipotenciario para la ocasión.
Desde luego es toda una declaración de principios ante la proximidad de unas elecciones autonómicas y municipales, aplicando la máxima de que «una imagen vale más que mil palabras», que es un auténtico dogma laico en la actual sociedad de la información audiovisual. Solo por ello ya hay que felicitar sin duda alguna a quienes la han gestado.
Tiene además el precedente de la visita de la vicepresidenta del Gobierno, la comunista Yolanda Díaz, que incluso parece quisiera «sumar» a su proyecto político a la Iglesia Católica en la persona, nada menos, que de su suprema autoridad en la tierra. Lo cual, ante la limitada capacidad de conseguirlo con Belarra y Montero, hace imposible cualquier crítica -política o no- a la iniciativa. El rédito de la visita sería extraordinario si además el Papa realizara un «próximo» encuentro en España, como parece ha comentado.
Otro detalle significativo de la reunión es el conocimiento que manifiesta tener Francisco de la política española y madrileña al referirse a Almeida en el momento del saludo inicial, y por supuesto en un tono de complicidad e ironía, como «el heredero de la gran Manuela», en clara referencia a la alcaldesa Manuela Carmena, también alineada con dicha izquierda.
Ante tal audiencia, echamos de menos a la Embajadora de España ante la Santa Sede, la exministra de Educación Isabel Celaá, que por cierto causó extrañeza por su nada convencional indumentaria en los actos públicos con ocasión de las exequias por el alma del Papa emérito Benedicto XVI. No parece que un embajador solo represente a aquellos que son afines al partido o partidos del Gobierno, que es lo que se deduce de su ausencia de esa audiencia pontificia.
Madrid también -al menos, de momento- es España, y además su capital, y la presidenta Ayuso y el alcalde Almeida, sin duda son autoridades españolas, e incluso se confiesan públicamente como católicos, por lo que esa ausencia requeriría de una aclaración. ¿O ha cambiado el protocolo de relaciones entre la Santa Sede y la embajada?
En todo caso, hay un refrán fruto de la sabiduría popular que tiene una respuesta muy clara al respecto: «Más vale solos que mal acompañados». Así que enhorabuena por esa visita, y si vemos pronto al Papa Francisco en España, milagro estará acreditado.
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