Mar en calma

Sin palabras

Escuchar la tierra, respetar su curso, los cauces de los ríos, agradecer las cosechas, el agua y todo lo que la tierra nos brinda, choca frontalmente con la furia de una DANA

Sin palabras ha sido la frase más repetida estos días ante las tragedias humanas y las escalofriantes imágenes que ha dejado la impredecible dana a su devastador paso por ciertos lugares de España. Sobrecogidos, iniciamos nuestra luna de miel en Cuzco, contemplando horrorizados unas escenas de destrucción y dolor que jamás pensamos que pudieran darse en nuestro país, donde la climatología ha estado casi siempre de nuestro lado.

Aquí, la Pachamama, o Madre Tierra, es central en culturas indígenas, especialmente en Los Andes. La veneración a la Pachamama es una práctica ancestral que promueve el respeto y la armonía con el entorno natural. Escuchar la tierra, respetar su curso, los cauces de los ríos, agradecer las cosechas, el agua y todo lo que la tierra nos brinda, choca frontalmente con la furia de una DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) devastadora. Algo que parece que nunca nos va a tocar y que ha dejado un panorama desolador destruyendo lugares de Valencia, Letur, Mira, Jerez de la Frontera… entre otros muchos municipios.

Las lluvias torrenciales desbordaron ríos, provocando un caos sin precedentes solo reparado por fuerzas y cuerpos de seguridad que han dado hasta su propia vida ayudando a los demás. Esta tormenta sin precedentes que causa tanto dolor y tantos daños económicos, nos hace pensar en lo feroz que puede resultar el clima en un planeta cada vez más afectado por el cambio climático y la degradación ambiental. El mensaje de la Pachamama cobra más sentido que nunca.

Los damnificados saldrán adelante con ayuda de todos, sin embargo, la pérdida de una vida humana es irreparable. Toda la fuerza y el cariño del mundo para los familiares de los fallecidos y los supervivientes de esta tragedia indescriptible.

Ojalá que la solidaridad, la ayuda y los recursos donados amortigüen el dolor y la desesperación. Que la fuerza de la esperanza reconstruya las zonas afectadas y, sobre todo, los corazones arrasados.