Y volvieron cantando
Patriotismo, pero de partido
Llevamos días contemplando numerosas pruebas –por si cabían dudas– de cómo van a prevalecer siempre las prioridades partidistas ante desafíos de extrema gravedad
Resulta curioso y hasta lamentable que el día de la Fiesta Nacional tengamos que reconocer la preponderancia de otro patriotismo como es el de partido. Llevamos días contemplando numerosas pruebas –por si cabían dudas– de cómo van a prevalecer siempre las prioridades partidistas ante desafíos de extrema gravedad. A lo largo y ancho de nuestra geografía hemos visto la presentación de iniciativas en ayuntamientos y proposiciones no de ley en parlamentos autonómicos para que las distintas formaciones políticas se retraten a propósito de una amnistía para los implicados del «procés» que deja en entredicho todo el espíritu de la Transición. Iniciativas promovidas especialmente desde el Partido Popular con la sana intención de verificar cómo el Partido Socialista –ese PSOE que dicen que aún existe– se posiciona ante tamaño desafío a las bases constitucionales. La respuesta no ha podido ser más indicativa mostrando un cierre de filas especialmente contundente ante lo que desde la formación liderada por Sánchez se ha interpretado más como una agresión externa a sus siglas que como un intento de salvaguardar el espíritu del 78.
En la Asamblea de Madrid incluso se estableció el voto secreto a la hora de pronunciarse sobre la proposición no de ley, en un intento por salvaguardar la discreción de los diputados regionales socialistas. La respuesta fue el rechazo a la propuesta del PP si cabe con más contundencia que nunca. De igual manera en el Parlamento castellano manchego, ya saben, la comunidad presidida por el «díscolo» García-Page la proposición contra la amnistía que se negocia con el separatismo, ni siquiera se llegó a tramitar, sencillamente porque el grupo socialista ya se encargó de sacarle algunos «defectos de forma». La cuestión es clara, ningún partido va a manifestar disensiones internas por mucho que las tenga si éstas pretenden ser evidenciadas por una formación rival y tal vez el mayor exponente lo pudimos contemplar en aquella votación secreta del Congreso a propósito de nuestra participación en la guerra de Irak donde un PP manifiestamente dividido votó sin embargo al unísono en torno a José María Aznar. El actual PP reivindica a un PSOE que ya no existe con unos llamamientos que solo acaban uniendo más aún al partido de Sánchez frente al adversario exterior. Conviene aclararse, porque no se trata de añorar un socialismo «amable», sino de apuntalar las posiciones del propio PP no siempre exentas de complejos.
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