
El canto del cuco
El pensionista
Pedro Sánchez no da su brazo a torcer. O todo o nada, dice. Y el carro está parado
El pensionista anda inquieto estos días. El cielo se oscurece y la lluvia golpea los cristales de la ventana. No apetece salir a la calle. Cuando no oye la radio, se pasa las horas muertas viendo la tele. Se traga, sobre todo, el telediario y los debates o tertulias, que le dan dolor de cabeza y le suben la tensión. Eso le dicen en casa. Antes compraba el periódico, que era más entretenido, dónde va a parar, y más fiable, pero hace tiempo que desapareció el quiosco de la calle. Últimamente repasa también las noticias en el móvil, que ya maneja bien, aunque sea sin la soltura de su nieto. No se puede decir que el pensionista sea una persona desinformada. Todo lo contrario: está al tanto de lo que pasa, más que las generaciones jóvenes, que son las que llevan la voz cantante. El viejo jubilado ha vivido lo suficiente, desde los tiempos de Franco, como para dejarse engañar, a estas alturas, por los políticos. Sigue pensando que la experiencia es un grado.
El caso es que está preocupado. Las peleas de los políticos están poniendo en peligro la subida de su pensión. Hasta donde se le alcanza, la culpa la tiene el Gobierno, que manda mucho, pero gobierna poco. Ahora está empeñado, por lo visto, en castigar a los pensionistas para fastidiar a la oposición y vender su «relato» a la gente. La cosa no tiene vuelta de hoja. El Gobierno, que es un carromato renqueante y descompuesto, llevó al Congreso un «decreto ómnibus», así lo llaman, en el que, con la subida de las pensiones, pretendía colar una serie de artículos de contrabando que la oposición rechaza. Y uno de los socios clave, Junts, el partido de Puigdemont, se desmarcó de Sánchez, al que llamó «trilero», y votó también en contra. Sin embargo, todos ellos están dispuestos a aprobar, sin pérdida de tiempo, el decreto de las pensiones presentándolo por separado, fuera del «ómnibus» del estraperlo; pero Pedro Sánchez no da su brazo a torcer. O todo o nada, dice. Y el carro está parado.
Las pensiones se convierten en arma arrojadiza contra el Partido Popular. El pensionista cree que aquí hay gato encerrado, mientras ve a los de Feijóo recogiendo firmas en la calle. ¿Y si lo que pretende Sánchez es tener un pretexto para disolver las Cortes y convocar elecciones aduciendo el bloqueo al que está siendo sometido su Gobierno? El pensionista se siente utilizado, envuelto en los enredos de la política, y empieza a cabrearse. Fuera anochece, sigue lloviendo y hace frío.
✕
Accede a tu cuenta para comentar