Editorial
El PSOE no existe tras 10 años de sanchismo
El PSOE es una marca caduca y manchada por el sanchismo. Será casi imposible que sobreviva cuando el pueblo soberano dicte sentencia al régimen
El 13 de julio de 2014 Pedro Sánchez ganó con un 48,6% de apoyos las elecciones primarias del PSOE para suceder a Alfredo Pérez Rubalcaba al frente del partido. Con un pequeño paréntesis en la crisis socialista de 2016, cuando un Comité Federal lo doblegó para permitir que gobernara Mariano Rajoy y evitar nuevas elecciones, el secretario general ha cumplido una década en el cargo. A veces los balances se complican demasiado para conjugar y evaluar el tránsito por un periodo tan largo en la magistratura política, cuando, al igual que la recta siempre es la distancia más corta entre dos puntos, también la simplicidad nos facilita la sentencia lúcida y sagaz. ¿Están España y el PSOE en unas condiciones más óptimas y prósperas bajo su liderazgo? Evidentemente, no. Se dirá que la subjetividad empapa y condiciona toda reflexión, pero en este caso es prácticamente imposible toparse con un analista mínimamente objetivo, y por tanto fuera de la órbita sometida al sanchismo, que entienda y pondere esta década como prodigiosa, tal cual la vendía ayer mismo la propaganda oficial. No existe estadística ni estudio ni sensación dentro o fuera de nuestras fronteras, y que por tanto no haya caído en manos de la cosmética del poder, que sostenga el relato de éxito, hiperbolizado hasta la náusea, tan desconectado de la realidad de las familias y las empresas. En el terreno de la acción de gobierno, la evaluación de estos años resulta sencilla: se ha centrado en demoler las libertades públicas y el sistema de control de la democracia, precarizar la economía y depauperar el Estado de bienestar. Hasta llegar a este presente, en el que, acosado por la corrupción y los escándalos, se ha atrincherado en una legislatura muerta al frente de una administración provisional incapaz de legislar con unos socios cainitas y desleales. Si hablamos del partido, su legado profundiza en su pulsión corrosiva, de tierra quemada, siempre en función de sus ambiciones de poder. El PSOE que conocimos como protagonista de una gran parte de la historia de la democracia reciente no existe. Sus propios protagonistas lo han denunciado. Sánchez se ha encargado de que fuera así, desmontado, como ha hecho con el estado derecho, los contrapesos y vestigios de vida inteligente en la organización. Reformó los estatutos para que nada ni nadie pudiera torcer su voluntad en Ferraz. El modelo caudillista se ha implantado con éxito relativo, pues se ha reafirmado como una fórmula perdedora que únicamente ha sido capaz de sobrevivir en Moncloa desde la mentira, la corrupción política y la cesión al chantaje de los enemigos de la España constitucional que han instigado la decadencia de la democracia. El PSOE es una marca caduca y manchada por el sanchismo. Será casi imposible que sobreviva cuando el pueblo soberano dicte sentencia al régimen. Tarde más o tarde menos.
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