Las correcciones

¿Puede el caso Epstein ser la tumba de Trump?

Las bases y los ideólogos de MAGA consideran una «traición masiva» la ocultación de los documentos

Donald Trump ha conseguido que Coca-Cola cambie su fórmula secreta y deje de utilizar sirope de maíz en sus famosos refrescos a partir de otoño. El presidente estadounidense se hizo eco del debate abierto por su secretario de Sanidad, Robert F. Kennedy Jr., sobre los efectos perniciosos del sirope de maíz en la salud de los estadounidenses. «He estado hablando con Coca-Cola sobre el uso de azúcar de caña REAL en la Coca-Cola en Estados Unidos, y han accedido a hacerlo», escribió triunfante en su red social Truth. La compañía anunció esta misma semana que lanzaría una nueva línea de refrescos con caña de azúcar, rompiendo décadas de uso del sirope de maíz en su producción. El giro que ha dado Coca-Cola es una demostración más del poder expansivo de Trump, pero, paralelamente, a esta exhibición de fuerza se han conocido nuevos detalles relacionados con el sórdido caso Epstein que están poniendo contra las cuerdas al presidente estadounidense.

«The Wall Street Journal» (WSJ), publicó ayer que el Departamento de Justicia informó en mayo a Donald Trump de que su nombre aparece en varias ocasiones en los archivos de Epstein. También se menciona a muchas otras personalidades, según han confirmado al periódico estadounidense altos funcionarios familiarizados con los documentos «top secret». El hecho de aparecer en los registros no es indicativo de ningún delito, pero no deja de ser un hecho inquietante para el entorno del presidente estadounidense. Hace, además, una semana que el mismo WSJ publicó una carta obscena que Trump habría enviado al financiero pedófilo por su 50 cumpleaños en 2003, antes de que éste fuera acusado de corrupción de menores. El ex magnate neoyorquino negó la autoría de la carta y presentó una demanda de 10.000 millones contra Dow Jones, la empresa matriz del diario WSJ y su propietario, el millonario australiano Rupert Murdoch.

Durante la campaña electoral, el equipo de Trump aseguró a las bases republicanas y al movimiento MAGA que de ser elegido presidente, su jefe ordenaría la publicación de todos los documentos del caso Epstein que, según su relato, pondrían al descubierto a las élites mundiales y los poderosos del Partido Demócrata que compartieron su tiempo (y no sabemos si sus aficiones más oscuras) con el financiero caído en desgracia.

La decisión de la fiscal general, una estrecha aliada del presidente estadounidense, Pam Bondi, de no publicar los archivos ha provocado la primera fractura dentro del trumpismo. Pero no sólo su base de votantes se ha revuelto contra la decisión del Departamento de Justicia, también los ideólogos del movimiento MAGA y altos cargos republicanos consideran que la decisión supone una «traición masiva» a sus principios. El martes, el presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, acortó la última sesión legislativa antes del verano, porque algunos congresistas exigían que se votara la desclasificación de los archivos. Johnson fue una de las primeras voces del Partido Republicano que instó a que se publicaran todos los documentos del pederasta. Trump está atrapado en una trampa que él mismo se ha cavado al explotar electoralmente y hasta la saciedad el caso Epstein sin darse cuenta de que una vez que llegase al poder iba a ser víctima de sus propias promesas.