
Eleuteria
El recorte de Macron
Lejos de lo que podría pensarse, este ajuste no implica un recorte efectivo de 44.000 millones en el gasto público, sino una combinación de menores subidas del gasto, ciertas congelaciones nominales y aumentos de impuestos
El primer ministro francés, François Bayrou, ha anunciado a bombo y platillo un ajuste presupuestario de 44.000 millones de euros para el año 2026. Pero conviene no dejarnos impresionar por las cifras gruesas sin entender qué significan en realidad. Porque, lejos de lo que podría pensarse, este ajuste no implica un recorte efectivo de 44.000 millones en el gasto público, sino una combinación de menores subidas del gasto, ciertas congelaciones nominales y aumentos de impuestos.
Por ejemplo, se estima que alrededor de 27.000 millones provendrán de «recortes del gasto». Pero gran parte de ellos no son tales: consisten, más bien, en gastar menos de lo que se habría gastado en ausencia del plan. Si en 2025 el Estado gasta 100 y en 2026 se esperaba que gastara 115, si finalmente se gasta 10, se computa como recorte de 10 (aunque el gasto aumente en 5 respecto a 2025). Incluso medidas como el «año en blanco en gasto público»-, que congela el gasto (salvo en defensa), no son recortes nominales, sino únicamente reales a través de la influencia de la inflación.
El plan también contempla subidas fiscales: un nuevo impuesto a los ricos, la supresión de beneficios fiscales (algunos de los cuales iban dirigidos a pensionistas) y medidas para aumentar la recaudación vía lucha contra el fraude. Todo ello sumaría otros 17.000 millones en ingresos adicionales. Es decir, estamos ante una consolidación fiscal que no se basa sólo en menores gastos sino también en mayores ingresos, y que en gran parte se basa en simulaciones contrafactuales.
¿Y por qué este ajuste ahora? La izquierda apunta al aumento del gasto en defensa, pero esa es una explicación superficial. El problema de fondo es que el Estado francés ya consume un 57% del PIB, está altamente endeudado (115% del PIB) y sigue registrando déficits del 6% anual. No puede subir muchísimo más los impuestos ni endeudarse en mayor medida sin poner en riesgo su sostenibilidad financiera. Por tanto, cualquier incremento del gasto –incluido el militar– exige contención en otras partidas.
¿Está España en una situación similar? Aún no. Nuestro déficit ronda el 3%, la deuda el 100% del PIB y el tamaño del Estado es unos 15 puntos inferior al francés. Pero el deterioro latente vendrá por el sobregasto en pensiones durante los próximos lustros. Cuando eso estalle, quizá no nos quede más remedio que seguir el camino francés... o uno aún más drástico.
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