
Y volvieron cantando
Respiración asistida y referéndum
Los ciudadanos españoles pueden convivir con un gobierno que no gobierna, pero difícilmente pueden seguir cargando con el coste indirecto de esa situación
¿Cuánto tardaremos –probablemente entrado el próximo curso político– en escuchar la palabra referéndum en boca del separatismo catalán introduciéndola como nuevo elemento de debate en una España «plural» donde lo políticamente sano es hablar de todo? El bloque «Frankenstein» le ha llenado a Pedro Sánchez una pequeña porción del depósito de combustible que necesita para agotar toda la legislatura y le irá añadiendo nuevas dosis al estratosférico precio de concesiones que por supuesto seguiremos pagando todos los españoles y siempre que el motor no gripe o lo que es lo mismo, con permiso de unos trabajos de la UCO que, ni mucho menos van a detenerse durante el verano, máxime cuando todo indica que la piscina de los indicios sobre ilegalidades está cada vez más llena. Cuando los portavoces de Junts y Esquerra Republicana en el Congreso de los Diputados insisten en la necesidad de ir aprovechando la leche que pueda quedarle a la vaca y en recordar a Sánchez que solo se librará de elecciones adelantadas si cumple unos compromisos cuya totalidad tal vez no conozca la generalidad de ciudadanos, la ecuación es tan clara y meridiana como que cada semana y cada mes de permanencia en La Moncloa solo dependerá de acuerdos que en algunos casos fueron negociados en una sala de un hotel suizo y por la parte del PSOE con un referente que hoy se encuentra en prisión preventiva.
Los ciudadanos españoles pueden convivir con un gobierno que no gobierna, e incluso contemplar a su presidente en una jaula de oro tan maniatado por los hilos de Waterloo como hace casi dos años, pero difícilmente pueden seguir cargando con el coste indirecto de esa situación. El debate sobre la amnistía –como el de algunas otras líneas rojas traspasadas por el Gobierno– pasó en distintas fases por el rechazo del PSOE, la posterior aceptación de su análisis, el mantra de la «división de opiniones» y finalmente la aprobación por la «convivencia» con corolario en el Tribunal Constitucional de Conde-Pumpido. El referéndum de autodeterminación (o como quiera vestirse) hoy es igualmente inasumible, pero si uno de los argumentos del TC para tragar con la amnistía fue que la Carta Magna no la prohíbe expresamente, ¿habrá alguna diferencia con una hipotética consulta? El independentismo jugará fuerte porque puede tardar en verse en otra. El pedaleo del referéndum no ha dicho su última palabra.
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