Y volvieron cantando

Segundas partes

Habrá dificultades sobre todo en materia económica porque la ubre de la vaca europea languidece además de lidiar con las extravagancias puigdemoniacas

Cuando hablamos de un tal Pedro Sánchez hay que tener presente una máxima que no suele ser aplicable a otros estándares encajados en lo que conocemos como un político al uso. El actual presidente en funciones, objeto del mayor cúmulo de chanzas hace tan solo tres semanas con la exitosa ocurrencia popular del «que te vote Txapote» a la cabeza, nunca ha sido un no muerto, ni tampoco un resucitado regresado del inframundo Hades, sencillamente nunca ha habido hasta la fecha nacido de humana capaz de matarle políticamente y sepultarle bajo toneladas de hormigón. Sánchez es como el octavo pasajero de Ridley Scott al que el admirado androide describía ante sus víctimas como un híper evolucionado superviviente... «no tenéis ninguna posibilidad, pero contáis con mis simpatías».

Tal vez por ello y ante el más que probable escenario de una segunda legislatura Frankenstein, las voces que vienen avisando sobre un mandato mucho más complicado que el anterior, dado el pelaje sobre todo de socios como Bildu y la propia figura de Puigdemont paseándose por Europa con un bidón de nitroglicerina bajo el brazo, no tienen todos los elementos para cuadrar un análisis mínimamente certero, empezando por la personalidad del interfecto, que aprende sacrificando alfiles y peones, que no parece dispuesto a repetir errores y cuya manera de retroceder es dar media vuelta para avanzar. De entrada, la pasada legislatura arrancaba con un tal Pablo Iglesias en la vicepresidencia del Gobierno, todo un ejemplo de cómo tropezarse con las alfombras del poder entre casoplones en Galapagar, espantadas frente al tsunami del Covid, sobres con casquillos de bala y sangre de gallina y errores tácticos que le hicieron practicar el vuelo sin motor previa patada en el trasero con los comicios madrileños. Ahora su puesto lo ocupará Yolanda Díaz, a todas luces más demagoga, pero más vendible, amable, valorada en los sondeos y paseable por Europa. Tampoco se espera un Covid versión dos y sobre ingenuas cantadas de bulto como el «solo sí es sí» –que esta sí hizo daño– se ha tomado buena nota. Habrá dificultades sobre todo en materia económica porque la ubre de la vaca europea languidece además de lidiar con las extravagancias puigdemoniacas, pero la toma definitiva de las instituciones del Estado –y veremos qué ocurre con los medios de comunicación– ayudará a sobrellevarlo con la consiguiente carga de propaganda populista cada día más refinada. Habrá segunda parte sí, pero no ha de ser necesariamente un infierno para «predator» el superviviente.