Sin Perdón

La servicial casta sindical

«UGT y Comisiones están para ayudar al gobierno socialista comunista y su continuidad. Es bueno que Feijóo no lo olvide»

Hay liberados sindicales que trabajan para defender los intereses de sus representados, pero otros muchos se dedican a sus labores personales o al servicio del sindicato. El concepto liberado siempre me ha llamado la atención, porque creía que debían de ser los que dieran ejemplo con su trabajo. Nunca he entendido que abandonen su actividad profesional para optar por la política sindical, que, por supuesto, también es política. En la Administración Pública la situación es espectacular, porque hay funcionarios que se pasan décadas liberados y algunos ni siquiera pisan sus antiguos puestos de trabajo. Es el privilegio de ser un liberado. No hay que dar ninguna explicación. Desde la Transición hasta la actualidad, los sindicatos se han visto enormemente favorecidos por los distintos gobiernos. No hay más que recordar el peregrino concepto de devolución del patrimonio sindical que fue una actualización espectacular de los bienes incautados por la dictadura franquista. Las cantidades de edificios y locales que recibieron buscó fortalecer a unos sindicatos que tenían una clara adscripción política. En los tiempos de la Transición todo colaba y era importante comprar la paz social. Nada más eficaz que la «chequera» a cargo de los Presupuestos, así como otorgarles privilegios en todos los terrenos.

El «maná» no ha dejado de fluir y hay una casta de sindicalistas que ha podido contar con buenos sueldos y enormes recursos para sus actividades. Yolanda Díaz tiene su sindicato en propiedad, Comisiones Obreras, que la acoge al grito de «Presidenta, Presidenta…». Por su parte, Sánchez tiene a la UGT a su servicio como siempre ha sucedido, aunque Felipe González y Nicolás Redondo se distanciaron. Era todo tan delirante que el líder del sindicato era diputado. Un modelo de exquisita independencia. No tardaron en volver a la normalidad y ser gozosas correas de transmisión de sus intereses recíprocos. Lo habitual es la doble militancia, aunque intentan guardar las formas. Al PP le montan huelgas y conflictos mientras que al PSOE alguna huelguecita para cumplir el guion. A los primeros con alegría y a los segundos con resignación. Por todo ello, UGT y Comisiones están para ayudar al gobierno socialista comunista y su continuidad. Es bueno que Feijóo no lo olvide.

Francisco Marhuendaes catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE)