Mirando la calle

No somos amigos

«Queridos lectores, yo trabajo para ustedes y les aprecio muchísimo, pero no somos amigos. Ni aquí ni en las redes»

Desde hace años, vivimos en el espejismo constante de las redes, donde disfrutamos de una existencia paralela, que nos posibilita explorar infinitos universos, a veces cercanos, pero otras tan distantes que pretender acceder a ellos de manera física sería pura quimera. Es cierto que hay puertas que se abren en ese mundo inquietante, por el que millones de personas caminan, como nosotros, desde el otro lado de la pantalla; también que en él se producen intercambios de información y hasta de intereses y se favorece una comunicación, altruista o publicitaria, que nos facilita la vida a todos. Pero que las redes propicien la interactuación con personas con las que de otro modo no nos relacionaríamos nunca, respondan o no a nuestros mensajes públicos o privados, puede conducirnos al equívoco, a considerar que existe un vínculo entre ellas y nosotros que no es tal. Hay salvedades, claro, pero normalmente los lazos que se atan en el espacio digital se desatan con enorme facilidad. Se puede tener millones de seguidores en la red y estar completamente solo. Y seguir a cualquier individuo e incluso comunicarse con él no supone amistad de ningún tipo, ni tampoco compañía. Sin embargo, hay quien se empeña en dar las buenas noches a quien sigue o se empecina en contarle sus planes, minuto a minuto, aunque no reciba contestación… También quien se obceca en llamarle «amigo» o «amiga» e incluso «cariño» y hasta en aprobar o suspender cuanto publica, como si tuviera alguna potestad. Queridos lectores, yo trabajo para ustedes y les aprecio muchísimo, pero no somos amigos. Ni aquí ni en las redes. Tampoco lo son todos esos seres humanos sonrientes que les dirigen sus discursos desde sus cuentas de Instagram. Es cierto que hay quienes las usan para establecer no solo un contacto laboral sino también sentimental; pero excepciones aparte, los que somos más o menos conocidos solemos aceptar solo relaciones profesionales. Con mucha amabilidad y respeto…, pero sin nada más. Ni amistad ni por supuesto atracción o amor. Así que, cuando nos dediquen apelativos afectuosos, nos informen de sus proyecto o devociones, nos bendigan o nos reprueben, sepan que, les respondamos o no, estamos felices y agradecidos de contarlos entre nuestros usuarios…, pero no somos sus amigos.