Tribuna
La torre de Babel
No puede entenderse que se presente como una gran propuesta impedir que los niños y jóvenes estudien y se relacionen en español, porque se les inflige un daño que no puede fácilmente repararse
La historia de la torre de Babel se relaciona con los mitos étnicos que suelen dar respuesta a asuntos como los orígenes y el desarrollo del lenguaje. Nadie cree que el hombre fue el inventor de las palabras. Se atribuye a Cadmo, hijo de Agenor rey de Fenicia. En Grecia el dios Hermes, el de los pies alados, llevaba los mensajes a los diferentes territorios. Con posterioridad fueron apareciendo diversos sistemas de comunicación.
En el Antiguo Testamento, el libro del Génesis ofreció un relato muy conocido sobre esta torre: decía que Dios castigó a la humanidad por querer erigir un edificio para llegar al cielo e impuso a los constructores una pluralidad de lenguas con la finalidad de que no pudieran comunicarse y se hiciera imposible terminar la obra. Algunos investigadores mantienen una historia distinta: un pueblo decidió construir una torre que se elevase sobre la tierra para que en el supuesto de que ocurriera otro diluvio pudieran alcanzar la cima y evitar ser invadidos por las aguas. Dios se lo impidió imponiendo una variedad de idiomas. A partir de esa decisión los seres humanos dejaron de entenderse y se dispersaron sin tener posibilidad de relación.
En la actualidad existen más de 7.000 lenguas, entre ellos el Micénico que, al parecer, deriva del griego y solo lo hablan seis familias que se niegan a perderlo y están en su derecho. Se ha pretendido encontrar un lenguaje que pudieran entender todos los pueblos. No ha podido conseguirse. Fracasó el esperanto, un idioma creado artificialmente. En la Edad Media se acudió al latín que conocían solo las personas cultas. Hoy, una gran parte de los habitantes del mundo puede entenderse en chino mandarín, en inglés y más de 600 millones en lengua española.
Por eso llama la atención que algunos gobernantes pretendan menoscabar el tesoro de esa lengua, que no solo es una conquista en las comunicaciones sino que mantiene un excelente acervo literario. Desde Alfonso X el Sabio todos los habitantes de España conocen y estudian el idioma. Obras magníficas pueden disfrutarse en libros que han sido editados en este idioma y en valiosas traducciones. Hay Ediciones Universales de los poemas de Gonzalo de Berceo, de Don Quijote de La Mancha, de los Episodios nacionales de Benito Pérez Galdós, de las rimas de César Vallejo, de los poemas de Blas de Otero, de los de los hermanos Antonio y Manuel Machado y tantas y tantas novelas y poemas de gran nivel. Miguel de Cervantes es el autor más leído en todo el mundo, los mismo que William Shakespeare en inglés o Émile Zola en francés.
No puede entenderse que se presente como una gran propuesta impedir que los niños y jóvenes estudien y se relacionen en español, porque se les inflige un daño que no puede fácilmente repararse. En la Unión Europea coexisten 24 lenguas oficiales pero todos los europeos conocen alguna de las lenguas clásicas. Siempre hay que destacar que sin el conocimiento de los idiomas –inglés, francés, español, italiano–, los pueblos reducirían sus relaciones.
La pretensión de obviar el estudio de un idioma que es la lengua con la que se expresan tantos seres humanos y con un acervo literario inmenso, como es el español, es un gran perjuicio para la comunidad. Los que inician sus estudios tienen derecho a que no esté ausente, ni lejano, ni sea secundario en su formación la lengua que conoce la mayoría de sus conciudadanos.
Se ha divulgado que el canciller alemán Otto von Bismarck (1815-1898) decía que España siempre ha intentado destruirse, pero, hasta ahora, afortunadamente, no se ha conseguido. En la actualidad suele rechazarse en el país la minusvaloración del español como lengua vehicular, palabra que significa que, cuando conviven varios idiomas en un país como España, uno de ellos es el que tiene que prevalecer. Hay que poner de manifiesto lo que dispone el artículo tercero de la Constitución. El castellano es el idioma común de los españoles. Todos tienen el deber de conocerlo y el derecho a usarlo. Las demás lenguas españolas serán también oficiales en las respectivas Comunidades Autónomas. Es un sistema de comunicación que debe respetarse, sin ambages, por el bien común.
Si todos los españoles conocen este idioma no tiene sentido introducir otras formas de expresión y utilizar la traducción simultánea, ni prohibir su estudio en las enseñanzas oficiales.
Guadalupe Muñoz Alonsoes Académica Correspondiente de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación.
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