Alfredo Semprún
Corea del Norte: «Fuese y no hubo nada...»
Rcordarán seguramente los versos finales del soneto cervantino al túmulo de Felipe II: «Y luego, incontinente,/ caló el chapeo, requirió la espada/ miró al soslayo/ fuese y no hubo nada». Pues así mismo parece haber desaparecido de la actualidad mundial la enésima crisis coreana.
De hecho, y tras la tragedia terrorista de Boston, los surcoreanos están mucho más atentos a la pugna que mantiene el incalificable Psy con la televisión pública, que ha censurado su último videoclip, «Gentelman», bajo la excusa de que promueve valores contrarios al espíritu cívico de sus ciudadanos. Oficialmente, se prohíbe porque en las primeras escenas el protagonista le pega una patada a un cono de tráfico. Oficiosamente, porque una de las actrices se come voluptuosamente, a juicio de los censores, una salchicha. Como ven, el asunto genera atención y una grave división de opiniones, que han dejado las amenazas de Kim en segundo plano. Por supuesto, el asunto sigue presente en la agenda internacional y es uno de los puntos de discusión para la cumbre OTAN–Rusia de esta próxima semana. También se ha tratado en la última reunión del Grupo P-5, en el mismo paquete que la amenaza nuclear iraní, pero sin mayor trascendencia.
No se le van a retirar las sanciones a Corea del Norte por mucho que el joven Kim amenace con desatar las furias del infierno. Aunque uno siempre ha creído que el número norcoreano iba destinado a presionar a China, con esos tipos nunca se sabe. Cierto es que la «tesis china» es muy retorcida, pero les cuadra: «O te mueves para que me quiten las sanciones y aplicas el veto en Naciones Unidas, o te lleno el mar de barcos norteamericanos cargaditos de misiles». Si, además, coincide con la ofensiva de Pekín para reivindicar su soberanía sobre varios archipiélagos en disputa, se comprende que a los chinos no les haya hecho mucha gracia. De momento, y en pleno lío mediático, Japón y Taiwán han aprovechado para firmar un acuerdo de cooperación pesquera en una de las islas discutidas, lo que ha provocado la dolida protesta de Pekín. Pero, ya digo, con los Kim la realidad siempre supera a la ficción y no hay que descartar cualquier movida interna. Lo que sí hay que descartar de todo punto es un ataque mayor norcoreano sin el respaldo específico de los chinos, lo que, de momento, no parece. Entre otras razones, porque el Ejército de Kim no tiene un par de tortas. En la guerra de 1950, en cuanto los norteamericanos se repusieron de la sorpresa, hicieron correr a los comunistas hasta más allá de Pyongyang. Sólo la masiva intervención de China y el riesgo implícito de un conflicto nuclear con Rusia permitió a los norcoreanos volver a las fronteras de partida.
A los chinos, el asunto les costó la pérdida de medio millón de vidas y les puso ante la cruda realidad: nada podía resistir la potencia de la aviación estadounidense. Hoy, estamos en lo mismo, pero con una diferencia: el Ejército surcoreano no es la tropa poco numerosa y mal equipada de entonces. Seúl cuenta con más de seiscientos mil soldados, un armamento muy moderno, en los estándares electrónicos que exige el campo de batalla moderno, y una aviación de combate capaz de operar en todo tiempo. Se gastan en defensa 25.000 millones de dólares al año, el 2,7 por ciento del PIB, con lo que salen a unos 700 dólares por soldado y año. Enfrente, el mastodóntico Ejército de Kim, con más de un millón de hombre en filas, se tiene que contentar con 8.000 millones de dólares anuales, el 22 por ciento de su PIB, con lo que tocan a 10 dólares por soldado y año.
Por no contar a las fuerzas norteamericanas desplegadas en Corea del Sur –28.000 soldados– , con los mejores equipos de vigilancia y alerta estratégica del mercado. Si Kim quiere suicidarse y, de paso, acabar con sus pobres súbditos, no tiene más que intentar el lanzamiento de un misil nuclear. Es la única baza que tiene, suponiendo que llegara al blanco, que es mucho suponer. Pero es una baza con muy poco futuro.
Un terremoto en China causa al menos 152 muertos
Un terremoto de 7 grados en la escala de Richter causó ayer al menos 152 muertos y más de 5.500 heridos en la provincia central china de Sichuan, donde los equipos de emergencia con apoyo militar tratan de socorrer a las víctimas. La falla de las montañas Longmen registró el sismo, cinco años después de que en la misma zona de fricción geológica se produjera el terremoto de Wenchuan, que causó 90.000 muertos.
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