Crítica de cine

Famososen Ikea

Lo que puede aportar un famoso a una marca siempre ha sido motivo de debate, pero si se sigue haciendo y muchos anunciantes pagan fortunas por conseguir poner un rostro popular en sus anuncios es porque funciona, o al menos en algunos casos. Pero si hay marcas que desde siempre han empleado famosos en su publicidad, en otras parecía casi imposible esa posibilidad.

Es evidente que la publicidad de Freixenet perdió casi todo el glamour el año que no puso a ningún famoso y confió sólo en sus burbujas. Se ahorró dinero pero seguramente no le compensó, y de hecho volvió a apostar por brindar con famosos. Como la moda de El Corte Inglés, cuyos anuncios parecen precisar de una cara conocida para lucir bien. Hay también marcas como ING que alternan los famosos (Olga Viza y Matías Prats) con la gente corriente de la calle.

Pero Ikea parecía imposible que contratase famosos para sus anuncios, pues desde sus comienzos se presentó como una marca popular, de muebles para todos, y parece bastante complicado imaginarse a una celebridad cargando con las cajas e intentando luego montar un mueble sueco en su casa.

El caso es que ahora tenemos a «cinco nuevos diseñadores» a los que Ikea les propone el reto de crear otros tantos espacios con un presupuesto limitado. Claro que Eva González, Nuria Roca, Carmen Lomana, Carlos Moya y Rossy de Palma tienen la ayuda de Lorenzo Meazza, responsable de interiorismo de Ikea, y seguramente el desafío no incluirá seguir las instrucciones y montar los muebles.

La agencia SCPF, que lleva Ikea desde su llegada a España, ha demostrado su excelente creatividad arriesgándose desde sus comienzos con el «Redecora tu vida», luego con el «Bienvenido a la república independiente de tu casa», y ahora con «Empieza algo nuevo». Ya sorprendió con uno de los spots más peculiares del verano, ese viejecito que se lleva la silla a todas partes. Ahora, los cinco «diseñadores famosos» abren un nuevo capítulo publicitario en la marca sueca que como poco parece divertido y original y, salvo Carmen Lomana, podrían incluso ser creíbles como posibles clientes de la marca. Y es cierto que resultan mucho más aceptables en el papel de famosos contratados, para el reto de jugar a ser diseñadores que en el de clientes perdidos por los pasillos arrastrando cajas de muebles desmontados.