La dignidad de Albert Rivera

No puedo ni quiero ser objetivo, fui soy y seré amigo de Albert Rivera. Una amistad no exenta de admiración por mi parte, y si me permiten la inmodestia creo que tampoco por la suya.

Desde que le conocí he estado convencido que encarnaba el sueño de lo que mejor podía pasar en Cataluña y en España, que un catalán joven, inteligente, audaz y dinámico alcanzase las máximas responsabilidades de gobierno.

He estado con el prácticamente desde el principio, desde la campaña que acabó en aquella noche en el hotel Calderón en la que se alcanzo el sueño de obtener 3 diputados. Cuando surgieron discrepancias entre ellos le animé a seguir luchando, aunque el ya estaba decidido, le llegué a decir que debía seguir adelante y que si no lo conseguía que no se preocupase que siempre tendría un puesto en mi despacho.

Le ofrecí todo mi apoyo en los primeros pasos en Madrid, aquel primer acto de Ciudadanos que organizamos, Bufete Fuster-Fabra y Ciudadanos juntos. A ese día le siguieron otros donde en Barcelona y en Madrid siempre le comentaba lo mismo “te ayudaré y te apoyaré en todo con la única condición de que nunca me ofrezcas ni un cargo ni ir en una lista”.

Podría contar otras muchas anécdotas vividas juntos, es cierto que desde que se consolidó su figura en Madrid nos veíamos mucho menos, pero siempre mantuvimos conversaciones telefónicas y mensajes de wasap, que siempre terminaban por mi parte con la misma frase “orgullo de amigo”.

Lo que pensaba en cada momento se lo decía a él personalmente y ahí quedan las conversaciones entre dos amigos, basadas en la lealtad, lo que tenía que decirle se lo decía solo a él para luego mantener mi lealtad incólume. También fui leal este domingo y deposite en la urna la papeleta de Ciudadanos.

Hoy siento mas que nunca Orgullo de Amigo por la dignidad que ha sabido demostrar en el peor momento.