Jorge Vilches
Una absurda ocurrencia
La cesión de los votos parlamentarios a Sánchez produciría un impacto negativo en el electorado del PP y resultaría el suicidio de Feijóo. Abstenerse sería un error histórico
La ocurrencia de que el PP permita que gobierne Sánchez es absurda. Resultaría el suicidio de Feijóo, del PP como alternativa constitucionalista, y un mazazo al electorado del centro derecha. En un mundo ideal, que no es éste, populares y socialistas irían de la mano para conservar la Constitución y el Estado de Derecho. Pero estamos en una situación excepcional, en la que lo responsable es ofrecer a los españoles un contrapeso firme al "sanchismo" como deriva autoritaria y degradante de la democracia. No se trata solo de que Sánchez no dependa de Junts y evitar así la amnistía, es que el presidente manifiesta una tendencia iliberal, autoritaria y despótica nociva para el sistema democrático. Esa querencia de Sánchez a la autocracia no se detiene porque Feijóo permita que gobierne.
La propuesta parece obviar que vivimos un momento de máxima colonización socialista del Estado, de acoso al poder judicial, de conquista del Tribunal Constitucional, y de rebaja del parlamentarismo. En dicha situación al menos un partido nacional debe ser el contrapeso que impida o ralentice la caída libre en la oscuridad autoritaria. Si los votos populares permiten la renovación del Gobierno de Sánchez nada impide que siga su tendencia natural a la alianza con Bildu, ERC, Podemos, BNG, PNV e incluso Junts para seguir en la Moncloa o gobernar en Cataluña y el País Vasco.
A diferencia del electorado izquierdista, el de la derecha lleva muy mal el engaño. Véanse los resultados electorales después de las elecciones de 2011 y el declive del PP. La tradición de la derecha constitucional en España es que se concibe al partido como un instrumento, no como un fin en sí mismo al estilo de la izquierda y su PSOE. Esto significa que si el PP no sirve para defender la democracia dentro de la Constitución de forma coherente y contundente, su electorado le dará la espalda.
El acercamiento ahora a Sánchez mostraría ingenuidad y debilidad justo cuando hay que demostrar lo contrario. El error de apoyar a Sánchez sería histórico. Detrás del "sanchismo" siempre ha habido un proyecto constituyente alejado del espíritu de la Transición que permitió por primera vez en España una democracia. Esta idea ha calado en el electorado, y desdecirse con los hechos tiene un coste que el PP no puede asumir. No hay que olvidar que el "antisanchismo" permitió a los populares ganar un enorme poder territorial en las elecciones del 28-M. Incluso el PP catalán recuperó posiciones hasta el tercer escalón, por encima de ERC y Junts. Por tanto, la cesión de los votos parlamentarios a Sánchez produciría un impacto negativo en el electorado del PP, el mayoritario en España. La razón es evidente: es absurdo hacer una campaña contra el mal, ganar la batalla, y luego tender una mano al diablo para que gobierne.
El sociólogo norteamericano Archie Brown cuenta que el liderazgo no depende de las cualidades del político, como el carisma o la oratoria, sino de lo que es capaz de representar en el momento justo de la historia. Por eso la sesión de investidura no fue fallida para Feijóo. El electorado del centro derecha esperaba que el jefe del PP se mostrara como el portavoz de la resistencia constitucionalista, realista y responsable, frente a un Sánchez del que con razón desconfía. De ahí que Feijóo terminara la sesión señalando las diferencias entre ambos: “¿Amnistía, sí o no? Yo digo no. ¿Referéndum, sí o no, señor Sánchez? Yo digo no”. Por eso no quiso entrar en la bronca propuesta por el presidente ventrílocuo y su mandado Óscar Puente. A un lado la educación, al otro la crispación polarizante.
La resistencia a la degradación del orden constitucional, que es el proyecto personal de Sánchez, es el elemento común que ha representado Feijóo con eficacia. No ha generado dudas, sino empatía, especialmente cuando dijo la verdad al PNV y a su cariacontecido Aitor Esteban. En consecuencia, abstenerse sería un error histórico.
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