Crisis PSOE-Sumar

Moncloa «bosteza» con las amenazas de Sumar

El principal aliado de Pedro Sánchez fija una lista de exigencias y tensa la cuerda, sin salir del Gobierno

El ministro de Cultura, Ernest Urtasun, ofrece declaraciones a los medios tras la reunión de seguimiento del pacto del Gobierno de coalición entre PSOE y Sumar, en el Congreso de los Diputados, a 2 de julio de 2025, en Madrid (España). PSOE y Sumar se reúnen en el seno de la comisión de seguimiento del pacto del Gobierno de coalición entre PSOE y Sumar, cumbre que solicitó el socio minoritario de la coalición ante la crisis generada por el caso de presunta corrupción del 'exnúmero' tres de lo...
Reunión de la comisión de seguimiento del pacto del Gobierno de coalición entre PSOE y SumarEduardo ParraEuropa Press

La vicepresidenta Yolanda Díaz y Sumar tensaron ayer la cuerda con su socio de coalición en vísperas del Comité Federal. Con exigencias y un tono belicoso que no habían empleado antes hasta ahora, pero que en Moncloa no generó el impacto que buscaban. Creen que la vicepresidenta no está en condiciones de ir a elecciones ni de permitirse el lujo de perder el coche oficial. Que, por lo tanto, lo que hay son amenazas y mucho ruido público, una necesaria «teatralización», que entienden, pero que no consideran decisiva en el futuro de la legislatura.

Tras reunirse ayer las dos delegaciones, Sumar confirmó lo que había adelantado previamente Yolanda Díaz en una entrevista con Carlos Alsina, en Onda Cero. Quieren una comparecencia del presidente para dar explicaciones de verdad sobre hasta dónde llega la corrupción que afecta a su partido y que ejecute un paquete de medidas, con el que pretenden adelantarse a las que el jefe del Ejecutivo lleve al Comité Federal para contener la crisis interna generada por la caída de los dos últimos secretarios de Organización, José Luis Ábalos y Santos Cerdán. Al término de esa reunión, el ministro Ernest Urtasun advirtió de que el PSOE «aún no es consciente de la gravedad del caso de Santos Cerdán, que les ha afectado de lleno». «Nos da la sensación de que el PSOE no es consciente de la gravedad», le había dicho antes Yolanda Díaz a Alsina.

En la coalición, nunca hasta ahora habían jugado tanto al borde del abismo, pero en la parte socialista están convencidos de que Sumar sabe que no puede salirse del juego. Las siglas que conforman esta plataforma están más divididas que nunca. La figura de Yolanda Díaz, más fuera de juego que nunca. Y en la izquierda apuestan más por la candidatura de Podemos en las próximas elecciones generales que a favor de que repita la de Sumar.

Todo esto justifica que en el PSOE consideren que las amenazas de Sumar suenan a teatro. Es cierto que la vicepresidenta y ministra de Trabajo ha elevado el tono esta semana, pero en Moncloa nadie se abrocha el cinturón. Lo que se escucha en los pasillos es un estribillo conocido. «Yolanda necesita marcar perfil, pero no se va a bajar del Falcon». Traducido: puede tensar la cuerda, pero no la va a romper.

La regeneración es una losa para los socios, pero hasta ahora entienden que les compensa más tragar con ella, aunque sea a costa de su coherencia con la regeneración democrática. Y de no provocar unas elecciones en las que dan por perdida la reedición del actual Gobierno. La línea roja, como informaba este medio el pasado domingo, es que se avance en la investigación sobre una presunta financiación irregular del PSOE.

El problema que tienen es moverse tan a ciegas como el PSOE. No saben qué nuevas informaciones y escándalos van a salir de las investigaciones de la UCO y del procedimiento judicial. ¿Qué pasa con las «mordidas»? ¿Qué desvela la patrimonial de Ábalos y Cerdán? ¿Qué nuevas imputaciones pueden producirse? ¿Qué saldrá del caso hidrocarburos?...

En todo caso, el coste de no romper es una variable que cada vez puede resultar más cara para los aliados del presidente del Gobierno. El relato de la regeneración se agota y la vicepresidenta segunda, que en su día se convirtió en estandarte de la «nueva política», también corre el riesgo de parecerse demasiado a la vieja, a los dos principales partidos a los que condena por ser responsables de todos los casos de corrupción que han marcado la agenda pública del país en los últimos años. «En la Administración Pública no hay corrupción. La corrupción es de los partidos, de los dos partidos de siempre, del PP y del PSOE. Nosotros no robamos. Mis ministros no roban», defendió en Onda Cero.

En privado, los socialistas aseguran que la vicepresidenta está atrapada en su propia lógica: no puede permitirse romper porque fuera del Gobierno su espacio político se diluiría aún más. Y dentro, todavía puede influir, aunque sea cada vez menos. «Es un aviso con marcha atrás metida. Yolanda nunca va a dejar de ser ministra ni por Cerdán ni por Koldo ni por nadie», ironiza un alto cargo socialista. La opinión es parecida con respecto a los demás socios: en esto no han cambiado las sensaciones en Moncloa, donde siempre han tenido la seguridad de que, por muy intensos que sean los pulsos que les plantean sus aliados, al final el poder lo tienen ellos y esto les permite firmar compromisos que luego no ejecutan.