Valencia
La «chispa» del Big Bang, en entredicho
J. V. ECHAGÜE
Hasta ahora, creíamos que el 17 de marzo de 2014 era una fecha histórica para la ciencia. Estábamos convencidos de que el telescopio del experimento BICEP2, del Centro de Astrofísica Harvard-Smithsonian, había hallado la primera evidencia de la creación del Universo, el «Bang» del Big Bang, las ondas gravitacionales que se generaron en las primeras mil millonésimas de segundo tras aquella explosión. Y se daba por hecho la concesión del Nobel de Física para Alan Guth, padre de la teoría inflacionaria que se veía corroborada con esta evidencia. Pero todo puede venirse abajo. Un «paper» de los científicos de BICEP2 reconocía que aquellas señales podrían haber sido generadas por el polvo cósmico de nuestra propia galaxia. De ser así, diremos adiós a la primera prueba, más o menos tangible, del origen del Universo. Es la polémica científica del momento.
Estos resultados van a ser revisados. Y con carácter de urgencia. Todo está en manos de los datos obtenidos por el satélite Planck, de la Agencia Espacial Europea (ESA). En menos de un mes publicarán los resultados, según aseguró Enrique Martínez, del Instituto de Física de Cantabria y uno de los responsables de la misión Planck. De hecho, representantes de Planck y de BICEP2 comparecieron ayer en la Conferencia Internacional de Física de Altas Energías (ICHEP), que se ha celebrado en Valencia, para ofrecer sus últimos análisis. Además, antes de final de año, ambos experimentos podrían presentar un «paper» conjunto con sus conclusiones.
El estudio de Planck iba a publicarse más adelante, pero la trascendencia del hallazgo ha provocado que este «examen» a la «chispa» del Big Bang sea una «prioridad». «Es un tema muy delicado, y muy sensible a la opinión pública», asegura Martínez. «La cuestión es ver qué representa esa señal, si puede ser explicada con las ondas gravitacionales, o si hay algún contaminante que pueda explicarla», argumenta.
Para los científicos de Planck, BICEP2 «no tiene capacidad para determinar si esa señal es o no cósmica». Algo que sí puede confirmar este satélite al trabajar con varias frecuencias y poder ver «a qué nivel están las emisiones galácticas frente a las emisiones cósmicas». Hay que recordar que BICEP2, misión asentada en el Polo Sur, se sirve de un telescopio amateur que lleva incorporados 512 sensores únicos e hipersensibles. En el caso de Planck, que puso fin a su misión a finales del pasado año, hablamos de un complejo observatorio diseñado para detectar señales a frecuencias de microondas e infrarrojos. Es decir, ex profeso para detectar las huellas del universo primitivo. Además, las sospechas sobre BICEP2 se acrecentaron cuando, al parecer, basaron sus mediciones en una diapositiva expuesta durante una conferencia ofrecida por expertos de Planck.
En opinión de Martínez, la misión del Harvard-Smithsonian tomó los resultados obtenidos el pasado marzo con «optimismo». «Quisieron ser los primeros y quizá no fueron suficientemente cautos. Aunque es fácil decirlo a posteriori. Somos humanos, y cuando tenemos un descubrimiento queremos hacerlo público cuanto antes», añade. Mientras, Roger O'Brient, del BICEP2, aseguró que «no se arrepienten» de haber informado del hallazgo antes de tiempo, pues los resultados eran «fruto de consensos individuales», y que el plazo de un mes para determinar su veracidad podría ser insuficiente, aunque se mostró muy optimista de su colaboración con Planck.
La «decepción» de Guth
De confirmarse el error, también habría daños de índole más personal. Concretamente para los cosmólogos Alan Guth y Andrei Linde, que teorizaron la inflación cósmica a principios de los ochenta. Según sus postulados, un instante después del estallido del Big Bang –en las primeras mil millonésimas de segundo–, el cosmos se infló (de ahí su nombre), multiplicando su tamaño en apenas una trillonésima de segundo, para después seguir expandiéndose a un ritmo más lento. La teoría fue corroborada con el hallazgo ahora cuestionado: se detectó un «eco» de energía que podría deberse a una onda gravitacional, una vibración del espacio-tiempo generada por esa inflación. El Nobel para ambos estaba «cantado»... hasta ahora. Guth, presente en el ICHEP 2014, reconoció a LA RAZÓN que, «aunque en ciencia hay que esperar a una confirmación», se siente «decepcionado». «Lo importante de ganar el Nobel es el reconocimiento a las ideas, no a la persona. Pero no puedo hacer predicciones sobre esto», añadió.
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