Mariano Rajoy

¿Qué piensa de sus presidentes?: «Mi padre me dijo que no escribiera mis memorias»

Arias Navarro, Suárez, Calvo Sotelo, González, Aznar, Zapatero y Rajoy. Con cada uno tuvo una relación muy diferente.

Don Juan Carlos reunió en una cena a Aznar, Rajoy, González y Zapatero en Casa Lucio para conmemorar la onomástica del Monarca tras cumplirse un año de su abdicación.
Don Juan Carlos reunió en una cena a Aznar, Rajoy, González y Zapatero en Casa Lucio para conmemorar la onomástica del Monarca tras cumplirse un año de su abdicación.larazon

Arias Navarro, Suárez, Calvo Sotelo, González, Aznar, Zapatero y Rajoy. Con cada uno tuvo una relación muy diferente.

El tema de cómo puede valorar el Rey Juan Carlos a sus sucesivos presidentes de Gobierno, podría ser uno de los grandes temas si se decidiera a escribir sus Memorias. Sobre ello hablamos hace como dos años: «Escribir sobre mi vida y obras, escribir... Mi padre me dijo que nunca lo hiciera. En cambio el ex canciller de Alemania Gerhard Schöreder me dio su opinión hace poco: “Majestad, tiene que dejarnos un libro con sus recuerdos. Su caso, de reinstauración de la Monarquía en España, y de vuelta el país a la democracia, es único en la Historia; no sólo la española, sino también de todo del mundo...”».

Ya como Emérito en la Corona, tal vez sería el momento de abordar temas, incluso el de la abdicación en junio de 2014. A ese propósito, recuerdo lo que me dijo mi regio interlocutor: Me causó mucho impacto lo que me contó mi hijo Felipe de cuando asistió en abril de 2013 a la abdicación de la Reina Beatriz de Holanda. Allí, en una conversación con Carlos de Inglaterra, éste le dijo: «Qué cosas, Felipe, yo que vi, hace 35 años cómo se coronaba a Beatriz, cuando ya era Príncipe de Gales, ahora con 64 años que tengo, veo abdicar a la Reina, y ahí sigo, sin estrenarme...».

Ahora hemos de entrar en la cuestión principal de este artículo: el juicio que de cada uno de los presidentes de Gobierno podría tener Don Juan Carlos I. Fueron, sucesivamente, Carlos Arias Navarro, Adolfo Suárez, Leopoldo Calvo Sotelo, Felipe González, José María Aznar, José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy, siete en un reinado de 39 años.

Carlos Arias Navarro está bien claro que fue una herencia directa de Franco, y no pudo durar más de medio año al frente del Gobierno. El Monarca, comedido en sus comienzos, tuvo que pedirle la dimisión para seguir adelante en el proyecto que tenía de democracia, pasando al nombramiento de Adolfo Suárez, con un interim de tres días en el que estuvo en funciones de Jefe del Gobierno el general Fernando de Santiago.

La colaboración con la oposición, el Sábado Santo Rojo (Bardavio dixit), para el reconocimiento del PCE, y la convocatoria de las elecciones generales del 15-J-77, los Pactos de La Moncloa, y la Constitución, fueron las grandes decisiones que se sucedieron, para configurar, definitivamente, lo que fue un auténtico «Compromiso Histórico a la española».

Tras esos grandes pasos de andadura política, el Rey, seguramente, esperaba de Suárez una senda de mayor precisión para el desarrollo, después de las nuevas elecciones generales de 1979, y la no confirmación de esas expectativas, fue cambiando los lazos entre Monarca y el Jeûne Premier, que era Don Adolfo, una relación que se vio truncada con el 23-F.

Se dio paso así, al tercer Jefe de Gobierno del Rey: Leopoldo Calvo Sotelo. Un galaico muy profesionalizado, humorista de suaves sarcasmos, su tránsito por La Moncloa no dejó sino la entrada en la OTAN, tantas veces discutida, y que tanto desfavoreció la figura del presidente, frente a los ataques de quien sería su sucesor y definitivo consolidador de la presencia en la Alianza Atlántica. Nos referimos a Felipe González, el de mayor longevidad en el inquilinato de La Moncloa, desde 1982 a 1996.

En la relación Rey/Presidente del Ejecutivo hubo más luces que sombras, a lo largo de cuatro mandatos, en los que la presión fiscal que teníamos en los Pactos de La Moncloa (1977), el 25 por 100 del PIB, subió hasta el 38% en 1996. Lo cual permitió un gobierno más activo, y más adaptado a las necesidades económicas y sociales, de un país en renovación. Si bien es cierto que también corroído, sobre todo al final de esa etapa, por una corrupción que hasta entonces no se había visto por estos pagos. Algo que deterioró seguramente las relaciones del Gobierno con la Corona.

Con la llegada, en 1996, de José María Aznar, la relación del Jefe del Estado con el del Gobierno, parece que fue mucho más fría, por el propio carácter del nuevo presidente, más adusto en sus conexiones personales, y más introvertido que su anterior homólogo. Por lo demás, el giro de Aznar, en su segundo mandato, queriendo «jugar en primera división», con un acercamiento casi obsceno al presidente Bush y a Tony Blair sobre Irak, debió dar mucho que pensar al Jefe del Estado. Que sin embargo no supo o no quiso atemperar la situación, frenando las ambiciones mundialistas de La Moncloa. Algo que pagamos dramáticamente después, en el 11-M.

En cierto sentido, Don Juan Carlos debió percibir un nuevo ambiente mucho más distendido con el nuevo presidente Zapatero (2004/2011), que llegó con sus innovaciones para la sociedad civil, en medio de una gran controversia, incluyendo el reconocimiento del matrimonio homosexual, la memoria histórica, la revisión de los Estatutos de Autonomía, etc.

En esa fase faltó quizá una actitud Real más moderadora. No para las cuestiones de género, sino para las de carácter histórico y estatutario, que tanto tuvieron de crítica acerba de la Transición, para volver, en cierto modo, a la idea de las dos Españas y al propósito de convertir alguna Comunidad Autónoma en un Estado soberano.

Aparte de todo eso, la crisis económica que se desarrolló entre 2008 y 2011, con ZP a veces en el limbo, debió hacer pensar mucho al Rey, especialmente con el inicio del movimiento populista, como consecuencia de las desigualdades sociales crecientes, y de la falta de soluciones a la Gran Recesión.

El octavo presidente del Gobierno del Rey hoy Emérito. En la figura de Mariano Rajoy. En quien el Rey Don Juan Carlos pareció confiar por su realismo en las políticas para combatir la crisis, frenar el déficit, poner un tope a las emisiones de deuda pública, etc., con días y noches en que en La Moncloa y en La Zarzuela hubo por igual incertidumbres y desasosiegos. Para finalmente, desde 2013, entrar en el comienzo de la recuperación, conducida sobre todo por ministros como Báñez y Guindos.

Ya en 2014 se produce el final de nuestrahistoria, con los problemas personales del Monarca, objeto de comentarios en toda la sociedad española, que plantearían la posibilidad de una abdicación, siguiendo también la experiencia europea de otras monarquías. Y a la hora grave de esa abdicación, fue seguramente el tercero de los primeros ministros de Juan Carlos I quien más sesudamente contribuyó a una operación dinástica que hoy se ve como un acierto indudable para que la Monarquía Parlamentaria siga siendo una pieza importante de nuestra Constitución.