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La vía del Papa para Cataluña: «Reconciliación con su historia»

Francisco plantea un «proceso de diálogo» entre españoles que huya de las ideologías

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«Unidad nacional es una expresión fascinante, es verdad, pero nunca se valorará sin la reconciliación básica de los pueblos». Es el análisis del Papa sobre la crisis catalana, en el transcurso de la entrevista concedida a la cadena Cope y emitida ayer por la mañana. Es más, considera que «cualquier gobierno, sea del signo que sea, tiene que hacerse cargo de la reconciliación y ver cómo llevan adelante la historia como hermanos y no como enemigos o al menos con ese inconsciente deshonesto que me hace juzgar a otro como enemigo histórico».

Ante la pregunta de Carlos Herrera sobre «la actitud que debemos adoptar ante un planteamiento de ruptura», el Pontífice parecía tenerlo claro. «Yo diría mirar la historia», apuntó en tono pausado, para exponer que «en la historia hubo casos de independencia», deteniéndose en Kosovo, pero evitando generalizar pues considera que «están caracterizados por una serie de particularidades». «En el caso de España, son ustedes los españoles los que tienen que juzgar», expone el Santo Padre, incidiendo en esa idea de la «reconciliación con su propia historia, lo cual no quiere decir claudicar de las posturas propias, sino entrar en un proceso de diálogo y de reconciliación; y, sobre todo, huir de las ideologías, que son las que impiden cualquier proceso de reconciliación». «Las ideologías destruyen», remata.

Con beligerancia se expresó cuando la nueva ley de eutanasia apareció en la conversación: «Estamos viviendo una cultura del descarte. Lo que no sirve se descarta. Los viejos son material descartable: molestan; los enfermos más terminales, también; los chicos no queridos, también». Francisco defiende que «la Iglesia lo que pide es ayudar a morir con dignidad». Con el aborto como elemento añadido a este punto, lanza dos preguntas: «¿Es lícito eliminar una vida humana para resolver un problema? ¿Y es justo alquilar un sicario para resolver un problema?».

En la entrevista, la posibilidad de que Francisco viaje a nuestro país parece estar más cerca que nunca. «Al presidente de la Xunta de Galicia le prometí pensar el asunto. O sea, no lo saqué de una eventual agenda», comenta el Papa argentino, que aclaró que, en el caso de peregrinar a Compostela, lo haría como el lugar en el que se asientan las raíces culturales de Europa, no tanto dentro de una gira más amplia. «Si voy a Santiago, voy a Santiago pero no a España, que quede claro». En ese caso, se realizaría una visita exprés en torno al verano de 2022, bien en torno a la fiesta del apóstol o cuando se celebre en agosto la Peregrinación Europea de Jóvenes.

Más allá de cuestiones nacionales, el encuentro con Herrera permitió abordar la crisis de Afganistán. Francisco mostró su confianza en la labor de la diplomacia vaticana, a la par que él hizo un llamamiento a la oración, la penitencia y el ayuno de los católicos. Entrando en arena, cuestionó las formas de la retirada de las tropas internacionales. «No sé si habrá una revisión o no, pero ciertamente hubo mucho engaño de parte quizás de las nuevas autoridades. Digo engaño o mucha ingenuidad, no entiendo», dejó caer. En cualquier caso, se alineó al punto de vista mostrado Angela Merkel. «Es necesario poner fin a la política irresponsable de intervenir desde fuera y de construir en otros países la democracia, ignorando las tradiciones de los pueblos», compartió parafraseando a la canciller alemana en lo que definió como una conclusión «lapidaria».

En lo que a temas eclesiales se refiere, defendió tanto las reformas que ha venido haciendo. Entre ellas, los acuerdos con China para nombrar obispos, la limitación de la misa preconciliar, las medidas adoptadas para luchar contra la pederastia así como los cambios legislativos para acabar con la corrupción en la curia. En este sentido, no dudó en mostrar su afecto al cardenal Angelo Becciu, primer purpurado de la historia que se sienta en el banquillo de los acusados por malversación. «Es una persona a la que tengo cierta estima como persona, o sea que mi deseo es que salga bien. Además de la presunción de inocencia, tengo ganas de que salga bien», apuntó del que fuera su colaborador. Eso sí, apostilló que «ahora, la Justicia es la que va a decidir».

De la misma manera, quiso quitar hierro al llamado Camino Sinodal alemán, una vía de consulta abierta por la Iglesia germana en la que han puesto sobre la mesa desde el celibato a la moral sexual. «Yo no me pondría demasiado trágico», asevera el Pontífice, que recapitula el seguimiento personal que ha realizado: «En muchos obispos con los que hablé no hay mala voluntad».