El sucesor de Benedicto XVI

Calixto I, cuando el obispo de Roma fue un esclavo

La Razón
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La esclavitud fue una institución que, en la actualidad, nos parece odiosa, pero que en la Antigua Roma resultaba absolutamente normal y cotidiana. De hecho, uno de los aspectos que resultó más llamativo en el caso de los primeros cristianos fue que no sólo instaran a la manumisión de los esclavos, sino que además les abrieran las puertas de sus congregaciones. Pablo de Tarso escribió en su carta a los Gálatas (3:28) cómo «en Cristo no hay ni hombre ni mujer, ni judío ni gentil, ni esclavo ni libre». De esa manera, predicaba un nuevo orden espiritual que estaría llamado a cambiar el social. Como era de esperar, los paganos no tardaron en identificar semejante circunstancia con un disparate que desafiaba la razón. Pero los cristianos no dudaron en nombrar para el gobierno de sus congregaciones a personas que, pudiendo ser de origen servil, destacaban por sus virtudes morales. Fue el caso del primer obispo de Roma, que recibió el nombre de Calixto y que desempeñó sus funciones episcopales del 217 al 222. Calixto había nacido esclavo e incluso pasó los primeros años de su vida entregado a prácticas económicas inmorales. La justicia romana no tardó en detenerlo y condenarlo a trabajos forzados, pero aquella sentencia cambió su vida. Estando en cautividad, Calixto oyó hablar de Jesús y experimentó una conversión. Al ser puesto en libertad, decidió dedicarse en cuerpo y alma a llevar a otras personas las Buenas Nuevas de Aquel que podía cambiar vidas. Elegido obispo de Roma, Calixto dio señales de una notable compasión hacia aquellos que deseaban abandonar el pecado. Por ejemplo, se le atribuye el denominado por Tertuliano «edicto perentorio», que permitía el perdón del adulterio y la fornicación a los que hubieran realizado penitencia. Es más que posible que Calixto acabara su vida siendo mártir. Enfrentado con la disyuntiva de renunciar al Redentor o de ser ejecutado, prefirió la segunda. De hecho, su nombre aparece desde el s. IV en la lista de los mártires. Al haber sido un simple esclavo, decidió abandonar este mundo convertido en siervo total de Cristo.