Barcelona
«Dios ha querido tener un padre y una madre»
Francisco se estrenó en la Fiesta de la Familia, preocupado por los inmigrantes, así como por los ancianos y niños «exiliados» dentro de sus hogares
Cuando se asomó a la ventana de su estudio en los apartamentos pontificios, el aplauso fue espontáneo. Y simultáneo. En San Pedro y en la madrileña plaza de Colón. Pero también en Barcelona, Loreto y Nazaret. Francisco se estrenaba ayer en la Fiesta de las Familias, la iniciativa que hace siete años arrancó en Madrid y que, además de asentarse, se ha contagiado a otras diócesis dentro y fuera de nuestro país. Sol en Roma y una temperatura inesperada por lo agradable en Madrid, después de una Navidad donde se coló una ciclogénesis que no estaba invitada. Pero ayer se quedó fuera de una plaza repleta de familias –más que en la pasada edición– llegadas de diferentes puntos de España y de Europa que llegaron al mediodía sin apenas ver mermadas sus fuerzas a pesar del madrugón, el viaje y el atracón de villancicos previo. Les arroparon medio centenar de obispos, entre ellos el cardenal arzobispo de Madrid y presidente de la Conferencia Episcopal Española, Antonio María Rouco Varela; el prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, el cardenal Antonio Cañizares; y el cardenal arzobispo emérito de Sevilla, Carlos Amigo. Junto a ellos, José María Gil Tamayo, en su primer acto multitudinario como secretario general de la Conferencia Episcopal.
Los niños reconocían a aquel que veían por la pantalla gigante como uno más de casa, los padres se sonreían al escucharle los consejos para lo cotidiano y los abuelos veían reflejados los temores de su generación. En las palabras que dirigió el Santo Padre antes del rezo del Ángelus partió recordando cómo «Dios ha querido tener un padre y una madre» deteniéndose la huida a Egipto de la Sagrada Familia, una marcha que le llevó a reflexionar sobre la travesía de los inmigrantes hoy. «Lamentablemente, en nuestros días, millones de familias pueden reconocerse en esta triste realidad. Casi cada día la televisión y los periódicos dan noticias de prófugos que huyen del hambre, de la guerra, de otros peligros graves, en busca de seguridad y de una vida digna para ellos y para sus propias familias», recordó Francisco que alertó de cómo a menudo son «víctimas del rechazo y de la explotación», subrayando especialmente a quien padecen «la trata de personas y del trabajo esclavo».
Pero no sólo se detuvo en la experiencia del exilio, para subrayar que Dios «está allí donde el hombre está en peligro, allí donde el hombre sufre, allí donde escapa, donde experimenta el rechazo y el abandono». También puso de manifiesto que «también está allí donde el hombre sueña, espera volver a su patria». En ese momento resulta sencillo levantar la vista y ver a alguna de las familias misioneras que han partido para anunciar el Evangelio. Como Eduardo y Clara que, con sus tres hijos, que han dado el salto de Taiwan y China. Ayer hicieron un hueco para participar en la fiesta madrileña de la familia. «No somos aventureros sino cristianos de a pie que simplemente queremos dar gratis lo que gratis hemos recibido», comentaba Eduardo.
Tras poner en primer plano la realidad doliente de las migraciones, el Papa quiso poner en valor una realidad aún más palpable para aquellos que le escuchaban. «Pensemos en otros "exiliados", yo los llamaría "exiliados escondidos"». Con este término se quiso referir a quienes son marginados dentro de las mismas familias, «los ancianos, por ejemplo, que a veces son tratados como presencias molestas», enfatizó el Santo Padre. Un tema nada baladí, teniendo en cuenta que sólo en nuestro país, el número de mayores de 65 años que viven solos ha crecido un 25% en estos últimos diez años. «Muchas veces pienso que un signo para saber cómo va una familia es ver cómo se tratan en ella a los niños y a los ancianos», meditaba Francisco en voz alta.
Como hiciera en el encuentro que mantuvo el pasado mes de octubre con las familias en Roma con motivo del Año de la Fe, Francisco quiso proponer unos principios básicos de convivencia en los hogares, tomando a la Sagrada Familia como «ejemplo que hace tanto bien a nuestras familias, las ayuda a convertirse cada vez más en comunidad de amor y de reconciliación, en la que se experimenta la ternura, la ayuda recíproca, el perdón recíproco».
Así, en un tono didáctico resumió su propuesta en una receta con tres palabras clave «para vivir en paz y alegría»: permiso, gracias, perdón. Roma interrumpe con aplausos. Madrid secunda. Y es que el talante de pastor cercano de Bergoglio arrastra y hace que encuentre respuesta inmediata cuando pide a todos que repitan con él estas reglas básicas. Y al otro lado de la pantalla gigante, encontró respuesta. Estas bases son las que permiten, en palabras del Papa, animar a las familias para «tomar conciencia de la importancia que tienen en la Iglesia y en la sociedad».
En ese momento Francisco entona el rezo del Ángelus. Al terminar, se escucha un «¡Viva el Papa!». Ovación en La Castellana. En ese momento, el Santo Padre dio a conocer la oración escrita de su puño y letra con motivo del Sínodo Extraordinario de los Obispos sobre la Familia y la Nueva Evangelización, convocado para el próximo octubre en Roma. A través de ella, imploró que «nunca más en las familias se vivan experiencias de violencia, cerrazón y división: que todo el que haya sido herido o escandalizado conozca pronto el consuelo y la sanación». Además, pidió a la Sagrada Familia de Nazaret que pueda despertar «en todos la conciencia del carácter sagrado e inviolable de la familia, su belleza en el proyecto de Dios».
Tras este momento de recogimiento, el Obispo de Roma se despidió de los asistentes con el habitual saludo que lanza cada domingo a los italianos. Un «Buon pranzo» –buena comida– que siguió al deseo de que unos y otros disfrutaran de «una hermosa fiesta de la familia». Y mientras el sonido vaticano se desvanecía, en Madrid se entonaba el canto de inicio de una misa que contó por primera vez con la bendición del Papa argentino.
✕
Accede a tu cuenta para comentar