Ciudad del Vaticano
El Papa emérito, de vuelta al Vaticano
Benedicto XVI ya está de vuelta en el Vaticano por lo que, por primera vez en la historia, dos Papas convivirán dentro de los Muros Leoninos.
Benedicto XVI ya está de vuelta en el Vaticano por lo que, por primera vez en la historia, dos Papas convivirán dentro de los Muros Leoninos. Poco después de las 16:45 horas de ayer llegaba al helipuerto de la Santa Sede el helicóptero que llevaba al obispo emérito desde Castelgandolfo, donde ha pasado los dos meses que han transcurrido desde que se hizo efectiva su renuncia, el pasado 28 de febrero.
Al bajar del helicóptero, Ratzinger fue recibido por los que han sido sus más estrechos colaboradores durante sus ocho años en el solio pontificio. Estaba, por supuesto, el cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado. Junto a su «mano derecha» en el Gobierno de la Iglesia universal estaba el cardenal Angelo Sodano, decano del Colegio Cardenalicio, y otros miembros de la alta jerarquía de la Santa Sede: el cardenal Giuseppe Bertello, presidente del Gobernatorado del Estado de la Ciudad del Vaticano; el arzobispo Angelo Becciu, sustituto de la Secretaría de Estado; el arzobispo Dominique Mamberti, secretario para las Relaciones con los Estados; y el obispo Giuseppe Sciacca, secretario general del Gobernatorado.
Tras los saludos, Benedicto XVI cogió el coche que estaba esperándole para llevarle al monasterio Mater Ecclesiae, donde vivirá a partir de ahora. En la puerta de este edificio situado en los Jardines Vaticanos y que ha sido reestructurado en los últimos meses para que pudiera acoger al obispo emérito de Roma le estaba esperando Francisco, su sucesor. El Papa latinoamericano le dio la bienvenida con una «gran y fraterna cordialidad», según informó la Sala de Prensa de la Santa Sede. Los dos obispos de Roma se saludaron con cariño en la entrada principal del monasterio, acompañados por el secretario personal de Benedicto XVI, el arzobispo Georg Gänswein.
A continuación, los dos Papas se dirigieron a la capilla del Mater Ecclesiae para compartir un «breve momento de oración». Hicieron lo mismo cuando se vieron el pasado 23 de marzo en Castelgandolfo. En aquel primer encuentro tras la elección del argentino como Pontífice, después de los saludos iniciales los dos se dirigieron a la capilla del Palacio Apostólico para rezar frente a una imagen de la Virgen. Según el comunicado vaticano, Benedicto XVI «está contento de volver al Vaticano, el lugar en el que tiene la intención de dedicarse, como él mismo anunció el 11 de febrero, al servicio de la Iglesia, sobre todo con la oración».
Bergoglio y Ratzinger serán a partir de ahora vecinos, pues la residencia «Domus Santa Marta», donde pernocta Francisco, está muy cerca del monasterio «Mater Ecclesiae». Allí vivirá Benedicto XVI con Gänswein y con las cuatro «Memores Domini», las laicas consagradas del movimiento Comunión y Liberación encargadas de atenderle. En las últimas semanas se ha sumado a la familia pontificia un diácono alemán encargado de ayudar a Gänswein y de sustituirle cuando éste tiene que dejar a Ratzinger para cumplir con sus responsabilidades como prefecto de la Casa Pontificia, como ocurre, por ejemplo, durante las audiencias de Francisco con jefes de Estado o de Gobierno.
Este diácono, cuyo nombre no ha sido hecho público y que no vivirá en el monasterio, sustituye al sacerdote maltés Alfred Xuereb, el otro secretario personal de Benedicto XVI y que ahora trabaja con Francisco. En el monasterio «Mater Ecclesiae» también pasará temporadas el hermano del Papa emérito, Georg Ratzinger, quien se hospedará en la habitación destinada a los huéspedes con que cuenta el edificio. Georg ha vuelto recientemente a Alemania tras estar unos días en Castelgandolfo con su hermano con motivo de su cumpleaños.
Los católicos deberán acostumbrarse a ver poco o nada a Benedicto XVI. Ayer mismo, el Vaticano sólo facilitó una fotografía de su encuentro con Francisco y no ofreció imágenes del aterrizaje en el helipuerto. Esta actitud responde a los propios deseos del obispo emérito, quien dijo poco después de anunciar su renuncia al pontificado, que permanecería «escondido del mundo» y «dedicado a la oración». Ratzinger se garantiza así la tranquilidad y evita que sus gestos pudieran ser interpretados como injerencias en el papado de su sucesor. Así, cumple con su vieja aspiración de llevar una vida monástica.
Una mejoría notable
Tras el anterior encuentro que tuvieron Benedicto XVI y Francisco, el pasado 23 de marzo en Castelgandolfo, se desataron los rumores acerca de la salud del obispo emérito de Roma. Más allá de los comentarios, era evidente que Ratzinger tenía un aspecto desmejorado, con ojeras muy visibles, rostro más seco y andar algo más lento que antes. El portavoz vaticano, el jesuita Federico Lombardi, salió al paso de los rumores asegurando que Benedicto XVI no tenía ninguna enfermedad y que sólo sufría los achaques propios de una persona de su edad. El Papa emérito cumplió el pasado 16 de abril 86 años. En la imagen distribuida de su encuentro ayer con Francisco, se le ve con mejor cara. Las ojeras prácticamente han desaparecido y parece que ha ganado algo de peso. En el Vaticano se insiste en que Benedicto XVI no tiene ninguna enfermedad, sólo se reconoce que, como le ocurre a muchas personas mayores, no pone buena cara a la hora de tomarse sus medicinas.
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