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El Papa, preocupado por las tendencias populistas y nacionalistas

"Algunas de estas actitudes evocan el periodo de entreguerras", señaló el pontífice en un discurso dirigido al cuerpo diplomático en el Vaticano

El Papa Francisco preside una audiencia con miembros del cuerpo diplomático acreditado ante el Vaticano / Foto: Efe
El Papa Francisco preside una audiencia con miembros del cuerpo diplomático acreditado ante el Vaticano / Foto: Efelarazon

El Papa Francisco expresó hoy su preocupación por el resurgir de tendencias populistas y nacionalistas en las relaciones internacionales

Todo manual de diplomacia se basa en la habilidad de una persona para cortejar a su interlocutor. «La Santa Sede no busca interferir en la vida de los estados», les dijo el Papa a los 183 representantes del cuerpo diplomático presentes en el Vaticano, antes de adentrarse en uno de sus punzantes discursos. No es que los embajadores sean víctimas propiciatorias, Francisco está acostumbrado a leer la cartilla sea a los gobernantes o a los miembros de la Curia. Pero en el discurso de ayer, esa diplomacia correctora tuvo dardos afilados para los políticos que utilizan el populismo para auparse al poder.

El Papa argentino quiso recuperar la idea de la Sociedad de Naciones, la institución surgida en 1919 y que fue el germen de las actuales Naciones Unidas. Sin embargo, antes de transformarse vio cómo los excesivos intereses nacionales no solo desembocaron en su fracaso, sino en la Segunda Guerra Mundial. Según el Pontífice, las actitudes actuales «evocan el periodo de entreguerras, en el que las tendencias populistas y nacionalistas prevalecieron sobre la acción de la Sociedad de Naciones». De esta forma, el Papa compara «las políticas nacionales, condicionadas cada vez con mayor frecuencia por la búsqueda de un consenso inmediato y sectario» con la aparición de los totalitarismos. Es decir, fascismo y comunismo.

El Pontífice ofreció una receta basada en una «globalización esférica, que nivela las diferencias» y al mismo tiempo «poliédrica», es decir, que preserva la identidad local. Se remontó Francisco a tiempos anteriores a la mundialización y citó a Pablo VI, en el primer discurso de un Papa ante las Naciones Unidas, para relatar que «las relaciones entre los pueblos deben regularse por el derecho, la justicia, la razón, los tratados». Y fue entonces cuando comenzó a enumerar los lugares del mundo que más le preocupan.

En sus mensajes ha cobrado especial relevancia en las últimas fechas Nicaragua, para la que reclamó una solución política ante la extremada conflictividad social. Una petición idéntica a la de Venezuela, sumida desde hace años en una grave crisis. Tampoco olvidó otros habituales focos de conflicto como Siria, Yemen, la relación entre Israel y Palestina, o los países africanos que se ven amenazados por el fundamentalismo islámico.

En este sentido, subrayó su convicción de ofrecer «una respuesta común, coordinada por todos los países» al drama migratorio. «Soy consciente de que las olas migratorias de estos años han causado desconfianza y preocupación entre la población de muchos países y esto ha llevado a varios gobiernos a limitar en gran medida los flujos entrantes, incluso los de tránsito. Sin embargo, no es posible dar soluciones parciales a una cuestión tan universal», aseguró Francisco.

La condena a las armas nucleares o la defensa del medio ambiente fueron otros de los habituales recados de Francisco que también tuvieron que escuchar los embajadores. Y tras casi una hora de rapapolvo, tirando de diplomacia, se despidió con un «cordial deseo» para que el nuevo año «fortalezca los lazos de amistad» entre el Vaticano y el resto de países.