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Empequeñecer el hombre ante Dios

El mapa de Europa se puede trazar recorriendo sus catedrales, una herencia que pervive y muestra cómo el cristianismo ayudó a forjar la unidad del continente

Empequeñecer el hombre ante Dios
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El mapa de Europa se puede trazar recorriendo sus catedrales, una herencia que pervive y muestra cómo el cristianismo ayudó a forjar la unidad del continente.

Igual que el turista se refugia en una iglesia para tomar un respiro y sentir algo de paz y sosiego, así hacían los peregrinos en las catedrales: refugiarse, buscar acomodo, descansar e, incluso, cerrar algún negocio. En estos templos también se reunían los gremios y eran un lugar de encuentro, el centro del que emanaba toda la energía de las incipientes ciudades, de su poder político, militar, religioso y cultural. La catedral, además de sede episcopal (silla o trono, de latín «cathedra»), era el emblema de la ciudad, del «burgo», que debía verse a lo lejos, cuanto más alta mejor, en esa ruta que desde Île de France –hoy París– llegaba hasta Santiago de Compostela en un proceso de civilización y humanismo. En su ya clásico «La época de las catedrales. Arte y sociedad, 980-1420», el historiador francés Georges Duby hace un apasionante recorrido por una Europa en la que empieza a brotar un movimiento cultural, económico y nuevas ideas. Nada, nos dice, surgió al azar. Lo cierto es que ochocientos años después, las catedrales componen un mapa muy aproximado de lo que es la Europa actual, que se corresponde con cualquier guía turística. En Francia hay cien, diez de ellas concatedrales (que comparten el rango en la misma sede episcopal) y muchas, como Notre Dame, han sido destruidas por incendios, como la de Chartres, la Reims, tras un bombardeo en 1914 o la de Colonia, en la Segunda Guerra. Alemania, con 75 catedrales, quedó muy marcada por la reforma luterana, de manera que muchos templos católicos pasaron a ser de culto protestante. El mayor ejemplo es la catedral de Berlín, de rito evangélico, levantada sobre un antiguo templo barroco, y ella misma heredera de ese estilo, y que quedó muy dañada en la destrucción de la capital del Reich. Italia es un caso especial por el papel que ha ocupado al ser sede del papado de la Iglesia Católica –en la Ciudad del Vaticano, territorio soberano desde 1929– y los Estados Pontificios desde el siglo VIII. De ahí que tenga 227 catedrales y 139 concatedrales, además de más de un centenar de antiguas sedes catedralicias. España tiene 87 –más 13 concatedrales– y cuenta con una de las mejores muestras de la arquitectura gótica europea. La de Sevilla es uno de los templos más grandes del mundo, junto a las de Colonia y Milán. Empequeñecer al hombre ante Dios, ese era uno de los principios de las grandes catedrales góticas.