Ciudad del Vaticano

Sondeo abierto del Vaticano para analizar el futuro de la familia

Las preguntas permitirán a las parroquias preparar el Sínodo Extraordinario.
Las preguntas permitirán a las parroquias preparar el Sínodo Extraordinario.larazon

El Sínodo de los obispos es la primera institución de la Santa Sede que está reformando el Papa Francisco, como se ve en la forma de afrontar su próxima asamblea extraordinaria, que tendrá lugar en octubre del año que viene y estará dedicada a la pastoral de la familia. A diferencia de las citas anteriores, en las que las consultas previas se hacían sólo a los obispos, ahora son todos los católicos los que, si lo desean, pueden hacer directamente sus aportaciones al Papa. Lo anunció ayer el arzobispo italiano Lorenzo Baldisseri, nuevo secretario general del Sínodo, durante la presentación del documento preparatorio de la asamblea del año próximo. Al referirse al cuestionario enviado a los presidentes de las conferencias episcopales de todo el mundo con 39 preguntas sobre la situación de la familia, Baldisseri comentó que «todo será canalizado a través de los obispos y de las conferencias episcopales», pero que quien quiera puede enviar sus respuestas a la sede del Sínodo de los obispos. «Estamos abiertos a recibirlas por vía personal e individual. Será un gran trabajo, pero lo haremos». Tanto los pastores de las diversas diócesis de la Iglesia católica como los fieles que, directamente, quieran participar en esta gigantesca lluvia de ideas sobre cómo afrontar «los desafíos pastorales de la familia en el contexto de la evangelización», como reza el lema de la asamblea, deberán enviar sus propuestas antes de finales de enero. «Cuando recibamos todo el material, haremos una síntesis y redactaremos así el ''instrumentum laboris''», comentó Baldisseri, haciendo referencia al documento de trabajo que se utilizará durante el sínodo del año que viene. Este texto debería estar concluido en mayo de 2014, de manera que los participantes en la asamblea tengan el tiempo suficiente para estudiarlo y preparar sus propias propuestas sobre cómo la Iglesia debería hacer frente a temas tan candentes como el divorcio, el matrimonio homosexual, las parejas de hecho o los anticonceptivos.

Pese a las grandes expectativas generadas con el próximo sínodo, no hay que esperar cambios inmediatos en la postura de la comunidad eclesiástica frente a las cuestiones familiares. El Papa, comentó Baldisseri, desea afrontar «el anuncio del Evangelio a la familia de hoy en dos etapas». La primera es la asamblea extraordinaria de 2014, que tiene como objetivo aclarar cuál es la situación de la cuestión a debatir, así como «recoger testimonios y propuestas de los obispos». El mes de octubre del año siguiente, en la asamblea ordinaria, se marcarán cuáles son «las líneas operativas para la pastoral de la persona humana y de la familia». Será a partir de entonces cuando podrían llegar los cambios. En esta introspección de la Iglesia será importante el Encuentro Mundial de las Familias que se celebrará en la ciudad estadounidense de Philadelphia en junio de 2015.

Bruno Forte, arzobispo de Chieti-Vasto y secretario especial de la próxima asamblea sinodal, aseguró que con este encuentro la Iglesia demuestra que no es un «cuerpo estático», sino que desea «aumentar su comprensión». «El cuestionario quiere hacer una fotografía de la realidad en la que la Iglesia hoy está llamada a anunciar el Evangelio». Estar abierto a recibir directamente las opiniones de los fieles supone en su opinión un riesgo, pero no hay que olvidar que «la referencia última es el Papa». El cardenal húngaro Peter Erdö, relator general del sínodo, subrayó por su parte la reflexión que necesitará el creciente fenómeno de las parejas que viven juntas sin matrimonio religioso o civil.

La transformación que está viviendo el Sínodo de los obispos, llamado a convertirse en una suerte de «parlamento» de la comunidad católica, responde a los propios deseos de Francisco, como explicó el secretario general de esta institución: «El Papa quiere que sea un centro propulsor de la vida de la Iglesia, un corazón que late y no sólo un organismo ejecutivo».