Vaticano
Un lustro sin vacaciones
Tampoco este año Francisco veraneará en Castelgandolfo. Ocupa su tiempo en rezar, leer y preparar documentos y próximos viajes
Tampoco este año Francisco veraneará en Castelgandolfo. Ocupa su tiempo en rezar, leer y preparar documentos y próximos viajes.
El calor se ha apoderado ya de la Ciudad Eterna, pero a pesar suyo miles de turistas continúan paseándose cada día por sus principales e históricas calles, y visitando este museo a cielo abierto que es la ciudad. El Vaticano y sus alrededores son un imán para ellos. Ya desde primera hora de la mañana, y ataviados con paraguas que les libran de los traicioneros rayos del sol, muchos hacen cola para entrar en el interior de la basílica de San Pedro. Y en la plaza, hay un ir y venir constante de personas.
Estos días el Papa apenas tiene actividad pública. Ha cancelado las audiencias generales de los miércoles y las misas en la residencia Santa Marta que celebra cada día a las siete de la mañana y a la que asiste una cincuentena de fieles de diversas parroquias de Roma. Por tanto, la única posibilidad de verle es a mediodía los domingos, cuando desde el balcón del palacio apostólico reza el ángelus y dirige algunas palabras.
Las audiencias las retomará en agosto en el Aula Pablo VI y no en la plaza de San Pedro para evitar el terrible calor romano, y volverá a celebrar las misas matutinas a mediados de septiembre. Este es el quinto verano que Jorge Mario Bergoglio pasa en Roma. Una vez más ha decidido no trasladarse a la residencia veraniega de los Papas: Castelgandolfo. De hecho, por decisión suya, gran parte de la casa quedó transformada en un museo en el que los visitantes pueden admirar desde vestimentas de Pontífices a los propios apartamentos de los Papas.
Pero no es extraño en Francisco, ya que siendo arzobispo de Buenos Aires tampoco salía fuera de la ciudad, como sí suele hacer el resto. Prefería permanecer en su casa, leyendo, preparando el nuevo curso y, por supuesto, atendiendo a todo aquél que necesitase consejo o ayuda.
De esta manera ha cambiado el ritmo que le imprimían al verano los otros Pontífices. El que sí va en agosto a la residencia veraniega para descansar unos días y disfrutar de la naturaleza es el Papa Benedicto XVI. Fecha en la que los turistas no pueden visitar el museo.
«La última vez que tomé vacaciones fuera de casa fue en 1975... Desde entonces las tomo –¡de verdad!– en mi hábitat. Cambio de ritmo, duermo algo más, leo cosas que me reposan, escucho algo de música, rezo más... Y todo eso me descansa», dijo a los periodistas en 2014 al volver del viaje de Corea del Sur.
Pero, ¿a qué dedica el tiempo estos días Francisco? Reza, lee, prepara futuros documentos y también los próximos viajes que tiene por delante. El primero de ellos, del 6 al 10 de septiembre, nada más comenzar el nuevo curso, será a Colombia, uno de los más esperados. Estos días se centra en las palabras que dirigirá. No será fácil, pues el principal motivo de que acuda al país es el proceso de paz entre el gobierno y las FARC. De hecho, la visita estaba supeditada al mismo.
Regreso a América
Este es uno de sus viajes más largos, en el que además beatificará a dos sacerdotes que fueron asesinados por razones de fe y están considerados mártires. Será su regreso a América, continente al que volverá del 15 al 21 de enero para visitar Chile y Perú. En los próximos meses le esperan otros compromisos, como algunas canonizaciones y otros eventos. Además de las acostumbradas audiencias y las reuniones con los presidentes de gobierno y jefes de Estado de distintos países.
Estos días también trabaja en algunos nombramientos eclesiales de cara al próximo curso. Todos en el marco de la reforma de la curia que está desarrollando desde que fuera elegido sucesor de Pedro.
Francisco, a sus 80 años, está en plena forma. Tiene achaques típicos de la edad y un problema desde hace años para caminar. Se cansa a menudo a consecuencia de la operación que se le practicó en uno de sus pulmones, lo que le provoca a veces respirar con un poco de dificultad. Sin embargo, continúa al pie del cañón, y mientras el resto de la gente hace las maletas y se toma unos días de vacaciones en el mar o en la montaña, él continúa en su residencia de Santa Marta, en el interior del Vaticano, trabajando por el bien de la Iglesia.
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