Roma
Un santo sin atajos
La Iglesia católica sólo ha hecho una excepción en el proceso de canonización de Juan Pablo II: la dispensa por parte del entonces Pontífice, Benedicto XVI, de los cinco años de espera desde que se produjo la muerte para iniciar la causa, un caso poco habitual pero no insólito en la historia eclesial. Ocurrió lo mismo, por ejemplo, con la Madre Teresa de Calcuta. Por lo demás, el procedimiento ha sido tan riguroso como en cualquier otro caso de aspirante a subir a los altares. No ha habido ningún otro tipo de atajo. Lo aseguró ayer el postulador de la causa, el monseñor polaco Slawomir Oder, en un encuentro con periodistas a cinco días de que el Papa Francisco presida la ceremonia en la que serán proclamados santos Juan Pablo II y Juan XXIII.
Oder insistió en que, pese a que solamente han pasado nueve años desde el fallecimiento de Karol Wojtyla, se han estudiado con detenimiento la vida y las obras del primer obispo de Roma nacido en Polonia. Al ser preguntado por la relación que mantenía el entonces Pontífice con el sacerdote mexicano Marcial Maciel Degollado, fundador de los Legionarios de Cristo y quien mantuvo una doble vida que le llevó a abusar de seminaristas y a cometer cuantiosos delitos y pecados, el postulador dijo que no hay ninguna implicación personal del Papa Wojtyla en aquellos acontecimientos.
Por la descripción que hizo Oder de cómo se ha realizado el proceso que llevó a la beatificación en 2011 y culminará el domingo con la canonización, se desprende que si hubiera existido, se habría encontrado información sobre una posible complicidad con Maciel. Los investigadores estudian al detalle la vida del candidato para estar seguros de que la santidad está presente en todas las facetas. En el caso de Juan Pablo II, han entrevistado a cientos de personas que le conocieron y le trataron, recopilando una cantidad gigantesca de testimonios que muestran que vivió de acuerdo a las enseñanzas de la Iglesia. Esta información tiene tanto valor como el milagro.
Entre las personas que conocieron de cerca al Papa polaco y han ofrecido sus recuerdos a la causa de canonización, está el cardenal italiano Carlo Maria Martini, arzobispo emérito de Milán, fallecido el 31 de agosto de 2012. El testimonio del cardenal Martini fue recientemente desvelado por el historiador Andrea Riccardi en el libro «La santidad del Papa Wojtyla», según el cual no estaba totalmente a favor de su proclamación como santo. Entre otros motivos, esgrimía que se había rodeado de algunos colaboradores equivocados, al tiempo que «relegaba las iglesias locales» al favorecer en exceso los movimientos eclesiales.
Oder también aseguró que sólo con una «clave de lectura injusta y que falta a la verdad» se puede considerar que el posicionamiento de Martini era contrario a la canonización del Pontífice polaco. A su juicio, la postura del purpurado italiano se debía a que tenía una opinión distinta sobre la idoneidad de proclamar santos a los obispos de Roma. «Se trata de un razonamiento más general, no aplicable al caso específico de Juan Pablo II», concretó. Secundó sus palabras el sacerdote jesuita italiano Federico Lombardi, director de la Sala de Prensa de la Santa Sede y portavoz de la misma, quien dijo que la postura de Martini se enmarca dentro de una «discusión más amplia» y que el texto recogido por Riccardi no mostraba su posición sobre el caso particular de la canonización del Papa polaco.
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