Salud
Psoriasis y artritis, juntas hasta en un 40% de los pacientes
Pese al desconocimiento de la sociedad, la patología dermatológica y la reumatológica comparten origen en el desajuste del sistema inmunitario que provoca una inflamación y una respuesta errónea
Más que placas en la piel o dolores articulares que impiden a los pacientes salir de casa. Una patología que muchas veces son dos, o incluso muchas más. La artritis psoriásica se cuela en las vidas hasta en un 40% de los pacientes con psoriasis: muchas veces las molestias en las piernas, la espalda, las manos y los brazos no se relacionan con la dolencia reumatológica. Por ello, el suplemento A TU SALUD, en colaboración con Novartis, ha reunido a un grupo de personas que captan la mejor “fotografía” de esta situación.
Desconocer que la psoriasis y la artritis psoriásica están relacionadas supone uno de los primeros obstáculos a salvar. Desde las asociaciones de pacientes lo saben y por eso no cejan en su empeño de sensibilizar a la sociedad que les rodea de las características de la enfermedad con que les ha tocado convivir. Montse Ginés, vicepresidenta de Acción Psoriasis, explica que “no resulta un camino fácil. Pensábamos que la psoriasis era sólo la piel, que era una cosa como más leve y, a día de hoy, nos damos cuenta de que se trata de una enfermedad encuadrada en las denominadas inmunomediadas que cursa con muchas comorbilidades y que puede constituir una enfermedad grave, como ya la OMS apuntó algunos años atrás. Y que también es discapacitante. Todo esto hay que tenerlo en cuenta”.
Unos 125 millones de personas en el mundo sufren esta enfermedad, la psoriasis, en España más de un millón y hasta cuatro de cada diez desarrolla la combinación reumatológica y dermatológica. Por eso, hay que subrayar que esta dolencia tiene mil caras, tantas como afectados. Javier Sierra, paciente de 41 años, cuenta que “por experiencia personal, tendemos mucho a salirnos de las encuestas, las desordenamos y las rompemos. Mi enfermedad ha sido muy disruptiva, me acostaba bien, me levantaba a lo mejor con un brote severo de psoriasis o de artritis psoriásica. E, incluso, últimamente en la piel, que la tenía muy controlada, me están saliendo manchas por todos lados. Y, además, estoy con dolores en los hombros”. El caso de Javier, como apuntan desde Acción Psoriasis, es uno de los que tiene mérito y representa el impacto que provoca la enfermedad a nivel emocional: “Es una enfermedad compleja, que cuando aparece resulta bastante incapacitante. He salido a la calle a dar un paseo y he tenido que volver porque no podía caminar. O he acabado en Urgencias porque la piel empeoraba por momentos y nada me funcionaba y tenía que controlarlo”.
Más sensibilidad
Los pacientes piden más profesionales que conozcan la enfermedad. Aurora Guerra, dermatóloga del Hospital Universitario 12 de Octubre de Madrid y catedrática de la Universidad Complutense, explica que “no nos quedamos sólo en la divulgación social, sino que perseguimos que se extiendan los criterios médicos a todos los profesionales, interesantes para aquellos que sin ser especialistas en la patología, deben conocerlos para detectarlos, como son los médicos de familia y atención primaria, o los de Urgencias”. Porque antes no se sabía tanto de las sinergias compartidas en la artritis psoriásica, pero “resulta básico una historia clínica detenida, porque las preguntas son muy importantes, consultando si ha tenido algún fallo al andar y problemas de dolor articular. Después esto se puede acompañar de una prueba de imagen. Hoy en día resulta sencillo realizar una ecografía, más compleja supone someter a una resonancia magnética. Todo eso nos puede ayudar cuando sólo hay entesitis, aunque con frecuencia hay algo más”, añade Guerra.
En este sentido, resulta básico conocer la enfermedad psoriásica, observar la patología desde todos los puntos de vista. “Una cosa que hay que tener muy en cuenta, que recalcamos desde la asociación, son todas las comorbilidades, además de las artritis. Como toda la parte emocional, los estados depresivos, la ansiedad y, además, otras dolencias físicas más comunes como las cardiovasculares, diabetes, síndrome metabólico... Uno tiene la tensión alta, hipotiroidismo... y no lo asocia con la patología”, explica Ginés.
¿Cómo se sabe?
Pistas hay para descubrir si el paciente psoriásico desarrollará artritis, como comenta Guerra: “Nosotros exploramos y buscamos otros datos, como por ejemplo, las uñas, que están afectadas en el 80% de los casos. Si uno es un dermatólogo avezado no se quedará en la piel, porque las uñas constituyen un signo que revela la enfermedad junto con criterios como el dolor, la impotencia funcional y afectación digital; además de molestias en las caderas y la columna, porque realmente puede existir cualquier zona afectada”. Pues a veces son los propios afectados, los verdaderos protagonistas de la enfermedad y expertos en la misma los que ayudan a los profesionales. Javier cuenta que “un día terminé en urgencias. Les cuentas tu situación, tratamiento, el detalle, sin ir más lejos, he tenido que ir por el dolor en el hombro y les he especificado qué medicación estoy tomando. Es casi como un autotriaje, con el objetivo de orientar a los profesionales que te atienden lo máximo posible". Y Ginés añade que “mi médico de cabecera siempre me dice ‘‘yo estoy aprendiendo de esto contigo’’. Esto ofrece la dimensión real del problema”.
Aquí la doctora Guerra defiende que hay herramientas muy básicas que pueden ayudar a los profesionales en su labor de evaluación del enfermo. “Algunas detecciones surgen simplemente de preguntarle al paciente datos que van puntuando, y otras mediante prueba clínica, como es una analítica. Porque uno de los diagnósticos más diferenciales y más importantes en la artritis reumatoide, que se conoce de siempre, pues constituye una afección inmunológica también inflamatoria, es un dato en la analítica de sangre: el factor reumatoide positivo. Eso resulta sencillo de hacer y ya nos excluye a un buen número de pacientes que no mostraban psoriasis en la piel, por tanto, cualquier médico con cierta formación es capaz de orientar por lo menos al paciente en mayor o menor medida. Y una vez diagnosticado se ponen directamente los tratamientos”. En este punto, la catedrática de Dermatología de la UCM le pide al futuro que “no se frene la investigación actual y que sigamos en la senda de desarrollo de un botiquín con tantas opciones farmacológicas como tipos de pacientes. No curan, de momento; detienen la progresión y están más controlados los brotes”.
Hoy, con el incremento de opciones terapéuticas que hay, cabe subrayar que quedan pacientes fuera del sistema. La portavoz de los mismos insiste en ello “porque en una última encuesta que hicimos desde Acción Psoriasis detectamos que un 27% de los afectados no está tratado. Entonces, si tenemos en cuenta este porcentaje y que muchos de estos van a desarrollar una dolencia moderada y grave, con todo el resto de afectaciones que pueden llegar a sufrir, tenemos un problema de salud importante que hemos de intentar solucionar”. Porque como bien resume Javier: “Las comorbilidades nos afectan mucho en el día a día, el tema de la obesidad y sobrepeso; incluso, cuando conoces algunas patologías asociadas, digo ‘‘esto lo tenía yo, he pasado por ello’’. La psoriasis, diagnosticada a los 15 años, ha formado parte de mí toda la vida”.
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