Salud y bienestar

El problema de las fístulas perianales y su recurrencia: ¡Cuidado hombres jóvenes!

Desde la SEMI agregan en este sentido que las fístulas a veces son asintomáticas, mientras que otras presentan dolor durante la defecación

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La fístula perianal es una patología que afecta aproximadamente a dos de cada 10.000 personas al año, teniendo lugar especialmente entre los hombres jóvenes, según datos de los Institutos Nacionales de Salud norteamericanos (NIH, por sus siglas en inglés).

La mayor parte de las fístulas comienzan como abscesos perianales. Estos, se inician en las glándulas pequeñas que hay alrededor del canal anal, donde se obstruyen y dan lugar a una infección. Cuando la infección es grave es probable que se acumulen fluidos, dando lugar a un absceso en la zona que rodea al ano. “Si este fluido se drena por la piel, se puede formar un túnel o fístula, que puede partir de las glándulas del canal anal hasta la piel que rodea el ano”, explica la Sociedad americana de cirujanos colorrectales (ASCRS, por sus siglas en inglés).

“Las bacterias, las heces, o las materias extrañas también pueden obstruir las glándulas anales y causar un absceso. La enfermedad de Crohn, el cáncer, el trauma, y la radiación pueden aumentar a su vez el riesgo de infecciones y de fístulas”, agrega.

Mientras, la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI) recuerda también que las fistulas pueden estar originadas por la presencia de algún tipo de herida, una lesión producida durante una cirugía, una infección, o bien tras una inflamación.

“Los acúmulos de pus o abscesos en esta zona pueden formarse también por la infección de una fisura anal (pequeña ruptura en la mucosa que cubre el ano), o una infección transmitida por contacto sexual. Más raro es que sea secuela de radioterapia sobre la zona, o la existencia de una enfermedad de Crohn, que fistuliza al intestino a ese nivel”, puntualiza.

Sobre los síntomas, el doctor Damián García-Olmo, jefe del Departamento de Cirugía General y Digestiva de la Fundación Jiménez Díaz de Madrid, apunta que los pacientes con abscesos pueden presentar dolor, enrojecimiento, o hinchazón alrededor del ano o del canal anal.

“También es común el sentirse enfermo o cansado, con fiebre y escalofríos, así como el drenaje de un orificio cerca del ano. Se sospecha de la existencia de una fístula si estos síntomas vuelven en la misma zona cada pocas semanas”, advierte el especialista.

Desde la SEMI agregan en este sentido que las fístulas a veces son asintomáticas, mientras que otras presentan dolor durante la defecación, más concretamente en la zona donde se encuentra el trayecto fistuloso. “En otros casos hay irritación en la zona anal por donde se encuentra la salida de la fístula perianal. Puede aparecer supuración continua o de forma intermitente, llegando a manchar la ropa interior del paciente con frecuencia. No es infrecuente que haya picores y escozor en la zona del ano donde se encuentra la fístula. En el caso de que exista infección es posible que aparezca fiebre”, apostilla.

Cuando la cirugía no es suficiente

En cuanto al diagnóstico de una fístula perianal, aclara que suele llevarse a cabo a través de un especialista en cirugía general y coloproctología, quien examinará la zona de alrededor del ano en busca de una apertura en la piel. En el caso de que ésta sea visible, incluso el experto intentará determinar la dirección del trayecto fistuloso y la profundidad del mismo. “Es incluso posible que intente hacer salir secreciones a través de ella para determinar la existencia de pus. Otras veces puede solicitar la realización de una ecografía en la zona del canal anal para determinar así el trayecto fistuloso”, continúa.

Eso sí, según señala el experto de la Fundación Jiménez Díaz, uno de los problemas que suelen presentar las fístulas es que, aunque a la mayoría de los pacientes afectados se les puede tratar con cirugía, el índice de recurrencia y los efectos secundarios asociados, como la incontinencia fecal por ejemplo, son “muy preocupantes”; lo que conlleva a una disminución en la calidad de vida de estos pacientes en algunas ocasiones.

Lo último en el tratamiento: las células madre

Por eso, se están buscando nuevas vías complementarias a la cirugía y las últimas líneas de investigación en tratamientos contra las fístulas van de la mano de las células madre. En este escenario, un estudio liderado precisamente por el doctor Damián García-Olmo, y su colega Mariano García-Arranz, del Instituto de Investigación Sanitaria-Fundación Jiménez Díaz (IIS-FJD), demuestra que el tratamiento de estas fístulas con células madre derivadas del tejido adiposo es seguro y, de hecho, puede favorecer la curación duradera y a largo plazo.

Así, y “a diferencia de estudios anteriores”, el doctor García-Arranz, científico básico asociado al mundo hospitalario desde hace más de 20 años, en su labor de asesoría y apoyo de la Unidad de Innovación Tecnosanitaria del IIS-FJD, señala que “los resultados finales indican que, en una evaluación a largo plazo, el doble de pacientes tratados con células madre derivadas del tejido adiposo autólogas y pegamento de fibrina se ha curado completamente de la fístula, en comparación con los que recibieron solo pegamento de fibrina.

García-Olmo, por su parte, considera que este novedoso tratamiento proporciona además una ventaja a partir de un buen protocolo quirúrgico a los dos años del tratamiento. “Entonces los resultados son similares a los que observamos en estudios clínicos anteriores usando células madre mesenquimales autólogas”, sentencia.