Desescalada

Ejercicio para la enfermedad arterial periférica

“Puede ayudar a evitar tener que someterse a una intervención quirúrgica o endovascular", afirma el dr. Enrique Puras Mallagray, cirujano vascular

Dr. Enrique Puras Mallagray, cirujano vascular

La enfermedad arterial periférica (EAP) es una afección cardiovascular frecuente que afecta a más del 20% de las personas mayores de 70 años. Con EAP, la placa aterosclerótica estrecha las arterias, lo que puede privar a los músculos del flujo sanguíneo, especialmente durante el ejercicio cuando se requiere más oxígeno. Esta falta de oxígeno puede causar dolor, calambres, pesadez o dolor en las piernas y puede interferir con la capacidad de andar. El término médico para esta molestia que aparece con el ejercicio –y que generalmente desaparece con el descanso–, debido a la EAP, es «claudicación».

Afortunadamente, el ejercicio es un excelente tratamiento para combatir los síntomas. El mecanismo exacto de cómo el ejercicio ayuda no se comprende al completo. Es probable que tenga múltiples efectos que juntos mejoran la capacidad para caminar, incluida la reducción de la inflamación, la mejora de la dilatación de los vasos sanguíneos y los cambios en la estructura, función y metabolismo muscular. El ejercicio regular «entrena» los músculos para extraer oxígeno de manera más eficiente. La terapia supervisada de ejercicio es un programa similar a la rehabilitación cardíaca, implica ir ala consulta del médico rehabilitador entre 30 y 60 minutos tres veces por semana durante 12 semanas. El objetivo se desarrolla en una cinta rodante para mejorar la capacidad de caminar del paciente. Si éste no puede moverse en cinta rodante, también pueden ayudar otras formas de ejercicio aeróbico, como el ciclismo de piernas o brazos.

El programa lo supervisa un médico, que desarrolla un plan de ejercicios para cada paciente. El plan puede variar en términos de intensidad, duración y frecuencia del ejercicio. Durante una sesión, el objetivo es alcanzar 30-45 minutos de tiempo real de caminata, sin incluir los períodos de descanso. Lamentablemente, mientras que en otros países estos programas supervisados están incluidos en la cartera de servicio del sistema nacional de salud o en las pólizas de seguros privados, en nuestro país no lo está. Por ello, se recomienda el ejercicio en el hogar. En general, se aconseja a los pacientes que caminen hasta alcanzar un nivel de dolor moderado a moderadamente intenso; luego detenerse y descansar hasta que el dolor desaparezca por completo para más tarde comenzar a caminar de nuevo. El objetivo es provocar un nivel comedido de dolor dentro de los primeros 5 a 10 minutos de caminata. Si no se produce una molestia moderada, entonces se debe aumentar la distancia y el ritmo. Es posible que no se vean mejoras de un día para otro, pero se verán cambios notables de una semana a la siguiente. Los sistemas electrónicos como podómetros, pulseras o el mismo teléfono móvil pueden ser útiles para verificar el progreso en la capacidad y distancia caminada.

En resumen, ahora que podemos salir de casa en este estado de pandemia, el ejercicio es un tratamiento excelente y altamente efectivo para la mejora de los síntomas de la EAP y puede ayudar a evitar tener que someterse a una intervención quirúrgica o endovascular.