Pacientes

“En la diabetes está en tu mano mejorar la calidad de vida y eso es una oportunidad”

Enrique fue diagnosticado de diabetes tipo 2 con 50 años. Entonces no quería asumir su enfermedad, pero ser consciente de ella le ha permitido mejorar su estilo de vida

Enrique Valdeón, paciente con diabetes, en en el pico Gian, Retuerto, el balcón de los Picos de Europa
Enrique Valdeón, paciente con diabetes, en en el pico Gian, Retuerto, el balcón de los Picos de EuropaArchivo

Su nombre es bien conocido, aunque muchos no intuyen la crudeza de sus consecuencias. La diabetes tipo 2 es una de esas patologías que sobrevuela en el historial médico de muchas personas, pero que en la mayoría de los casos suele infravalorarse. Craso error, ya que una diabetes mal controlada puede suponer el declive físico y emocional de una persona, sin olvidar que se convierte en uno de los principales factores de riesgo ante la Covid-19.

Así lo reconoce Enrique Valdeón, quien lleva más de 15 años conviviendo con la enfermedad, protagonista de nuestra sección Ventana del Paciente, realizada en colaboración con Novartis con motivo del Día Mundial de la Diabetes, celebrado hoy 14 de noviembre. «Con apenas 50 años comenzaron a aparecer estrellitas en los resultados de mis análisis. Fueron los primeros avisos de que algo no iba bien, pero yo no le daba importancia porque me encontraba bien», recuerda Enrique, quien en aquella época estaba volcado en su faceta profesional como director de un Instituto de Educación Secundaria en Salamanca, donde reside.

Reuniones, comidas a deshoras, sedentarismo, prisas, estrés, algo de sobrepeso... La vida de Enrique por aquel entonces fueron las brasas que avivaron el fuego de esta enfermedad silenciosa en su organismo. Pero a eso se añadía un factor más, la carga genética, el caldo de cultivo perfecto para que la diabetes tipo 2 marcara desde entonces su vida: «Sabía de esta patología porque había pasado factura a personas muy cercanas en mi familia, entre ellas mi padre, a quien se le complicó mucho durante los últimos años de su vida. Sin embargo, yo no quería reconocerlo», confiesa Enrique. Así, con 50 años se encontró en la tesitura de elegir: «Mi doctora me dijo que los parámetros iban a más y había que tomárselo en serio. Tuve que elegir entre hacer una dieta o comenzar con un tratamiento. En aquel momento me veía incapaz de poder cumplir con un cambio de estilo de vida, así que opté por la medicación», recuerda Enrique, quien en apenas ocho años pasó de tomar una pastilla hasta llegar a necesitar tres.

Tomar conciencia de la diabetes tipo 2

Silenciar la enfermedad y no tomarla en cuenta fue el gran error que, ahora, confiesa Enrique. El antes y el después llegó a sus 60 años, tras jubilarse. «Ahí empezó la segunda etapa de mi vida. Al tener más tiempo conocí la Asociación de Diabéticos de Salamanca y empecé a tomar conciencia de que padecía una enfermedad que podía tener graves consecuencias si no me cuidaba. Participé en un programa de pacientes activos de la Junta de Castilla y León, lo que me permitió recibir muchísima información, ya que el objetivo era que nosotros le explicáramos la enfermedad a otros afectados. Fue así como interioricé la realidad de la diabetes, pues antes la minusvaloraba», reconoce.

El tercer factor que dio un vuelco a su relación con la enfermedad fue el hecho de hacer el Camino de Santiago con otras personas con diabetes y personal sanitario especializado en la enfermedad. «Aprendí del coraje ejemplar de otros afectados, que llevaban la situación con alegría y normalidad. Todo eso me hizo reconocer mi problema, porque hasta ese momento incluso escondía el hecho de que era diabético, no quería asumirlo y, por tanto, no ponía remedio».

Dicho y hecho, a raíz de eso Enrique cambió el chip y dio un giro de 180 grados: «Me costó asumirlo, pero fui consciente de que estaba en mi mano mejorar mi calidad de vida. No todas las enfermedades te dan esa oportunidad de poder frenarla, así que no podía desaprovecharla. Perdí diez kilos y ahora camino unos 15 km al día, además, cuido mucho la alimentación gracias a la ayuda de mi mujer», confiesa.

Esa actitud fue su mejor acierto, pues «la pérdida de peso precoz condiciona una remisión o al menos un marcado enlentecimiento de la evolución de la diabetes. Para conseguirlo tenemos en los últimos años fármacos que nos ayudan como los análogos del receptor de GLP-1 o los inhibidores del transportador SGLT2. Estas dos familias han demostrado además beneficios a nivel cardiovascular y renal, más allá de su capacidad para mejorar las cifras de glucosa en sangre», explica Jesús Blanco, especialista en Endocrinología y Nutrición del Hospital Clínic de Barcelona, quien hace hincapié en que «lo difícil de conseguir en la diabetes tipo 2 son los cambios en el estilo de vida que han conducido a padecerla. Este es el gran reto al que nos enfrentamos en la consulta».

Pero basta con poner un poco de empeño para ver los resultados, «lo que permite llevar una vida normal y no parecer enfermos. Cuido de mi huerto a diario, salgo a la montaña con amigos y cada vez me siento mejor. Cuanto más consciente soy de mi calidad de vida, más ganas tengo de seguir con estos buenos hábitos. Es un círculo positivo», concluye Enrique.

Más información para pacientes:

Federación Española de Diabeteswww.fedesp.es

Teléfono de contacto: 916 908 840