Entrevista
«La musicoterapia reduce el estrés, el dolor y las estancias hospitalarias»
«Me he encontrado con niños que no hablan, pero sí cantan, con dificultades de movimiento, aunque capaces de bailar»
Miguel Ángel Diví es musicoterapeuta, coordinador de la Fundación Musicoterapia y Salud y autor del libro Musicoterapia, y nos desgrana las claves de esta disciplina desconocida por la gran parte de los pacientes a pesar de sus numerosos beneficios para la salud:
-Ha publicado el libro «Musicoterapia. Abordaje en salud mental infanto juvenil», ¿Qué es esta disciplina?
-Está relacionada con la salud y el bienestar. El musicoterapeuta emplea la música y el sonido con personas en situación de vulnerabilidad, enfermedad o con riesgo de padecerla, buscando cubrir objetivos terapéuticos relevantes.
-¿Cuándo deberíamos recurrir a ella?
-Está en proceso de implantación en España y ya se aplica en numerosos centros educativos, sanitarios y psicosociales como centros de día, hospitales, residencias, colegios, asociaciones y fundaciones. La música en los hospitales está cada día más extendida buscando la humanización de esos ambientes. No obstante, es inexistente una oferta pública adecuada así como una legislación que pueda amparar a profesionales, usuarios y familias. La musicoterapia está indicada en atención temprana, discapacidad, autismo, cáncer, demencia, trastorno mental grave, neurorehabilitación, hospitalización, unidades de cuidados intensivos, postoperatorios y cuidados paliativos.
-¿Qué beneficios puede aportar?
-Existe suficiente evidencia relacionada con la capacidad de la musicoterapia para reducir el estrés, la ansiedad, el dolor, la medicación, las estancias clínicas o los costes sanitarios. También ayuda a mejorar el bienestar, la rehabilitación psicosocial, los procesos de neurorehabilitación, la recuperación, la movilidad, el lenguaje, la comunicación y las relaciones. La música es a la vez abstracta y emocional. No representa nada particular o externo, pero sí expresa estados o sentimientos interiores.
-¿Cómo influye la música en el caso de la salud mental infanto juvenil?
-Interactúa en todas la edades desde el nacimiento hasta la muerte. En el caso de la salud mental en los niños, es capaz de abrir canales de comunicación, de ayudar a establecer vínculos, de mejorar los procesos educativos de enseñanza-aprendizaje, de aumentar la gestión y control emocional. La música influye principalmente en cinco niveles; verbal, psíquico, psicomotriz, conductual y emocional. Además tiene efectos inmediatos a nivel físico, psicológico, social y espiritual. Podemos ayudar a niños con dificultades de integración, de aprendizaje o conductas inadecuadas y proporcionarles un espacio seguro donde disminuya su estrés y mejoren sus relaciones.
-¿Qué mejoras ha visto usted en algunos jóvenes gracias a la música?
-En ocasiones me he encontrado muchos niños que no hablan pero sí que cantan, menores que tienen dificultades de movilidad y bailan, no escriben pero dibujan la música, se suelen comportar de una manera determinada y, en cambio, son capaces de desempeñar otros roles con la música. He trabajado con niños que han aprendido a leer, a escribir o hablar con la música.
-¿Qué estrategias musicales son empleadas en cada patología?
-Cada persona es única aun teniendo la misma enfermedad y la música se adapta de manera singular a las necesidades que plantea cada individuo, según sus intereses, su experiencia, su familia, su situación. Cada persona tiene su propia historia sonoro musical y hay una amplia variedad de géneros e instrumentos que nos permiten adaptarnos a las necesidades concretas de cada individuo. Por otro lado, si no existe una música capaz de llegar a un paciente, entonces la creamos.
-¿La musicoterapia está infrautilizada en la práctica clínica?
-En general, los centros que contratan a musicoterapeutas suelen ampliar el servicio, ya que observan y son beneficiarios directos de su eficacia. El coste suele repercutir en las familias, pues al no estar regulada la profesión no es sencillo optar a una financiación pública.
-¿Qué tendría que pasar para que fuera tenida más en cuenta?
-Que existiera voluntad política en regular nuestra práctica profesional y en dotar de recursos adecuados. Ya existen propuestas no de ley aprobadas al respecto en parlamentos autonómicos que instaban al Gobierno a regular su práctica y que no se han materializado.
-¿Cómo ha afectado la pandemia?
-Si algo bueno ha traído es el recuperar la música en nuestra comunidad. De alguna manera nuestro inconsciente colectivo se puso manos a la obra en crear espacios musicales que ayudaron a mejorar nuestra salud y bienestar. El confinamiento despertó la creatividad individual y colectiva. La música llenó los balcones y el arte estuvo muy presente en los hogares, siendo prácticamente la única vía de escape. Como decía Twyla Tharp, coreógrafa y directora de danza: «El arte es la única forma de escapar sin salir de casa».
-¿La música que escuchan los jóvenes pone en riesgo su salud mental?
-En realidad es un espejo, un reflejo de la sociedad. Por ello es importante analizar qué escuchan. Lo cierto es que sí hay peligros en nuestra sociedad y por lo tanto también los hay en la música. Aunque se trata más bien, de cómo los integramos, los transformamos y los empleamos para mejorar nuestra calidad de vida y bienestar.
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