Coronavirus

Primeras evidencias que dan respuesta a la Covid persistente

Un estudio halla restos del virus en el intestino tres meses después de la enfermedad, lo que explicaría por qué hay personas que siguen con síntomas

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«Antes estudiaba 12 horas al día para opositar, pero hace más de 215 días que no consigo ni leer», cuenta Andrea, una afectada de lo que se ha llamado Covid persistente, una complicación que, tal y como recoge la guía del NICE (National Institute for Health and Care Excellence) en Reino Unido (la primera guía clínica para el manejo de los efectos a largo plazo de la Covid-19), se definen como «aquellos síntomas y signos que se desarrollan durante o después de la infección por SARS-CoV-2, que continúan por más de 12 semanas y que no se pueden explicar por un diagnóstico alternativo».

El caso de Andrea se engloba dentro de lo que se ha denominado «niebla mental» que sucede a muchos de estos afectados, si bien la sintomatología es amplia y variada. «De media se dan 36 síntomas –lo que es debido a que el virus tiene mucha capacidad de afectación– que van desde la astenia (cansancio extremo, el más frecuente, que afecta al 96%) a la cefalea, dolores musculares, disnea (dificultad para respirar, que se mantienen en el 80% de los pacientes). También falta de concentración y lo que se llama “niebla mental” que afecta a otro 80%, que no les permite leer o presentan fallos de memoria y resulta muy incapacitante, puesto que como decía los afectados suelen ser personas jóvenes en edad laboral», cuenta Pilar Rodríguez Ledo, vicepresidenta de la Sociedad Española de Médicos Generalistas y de Familia (SEMG).

Diferencias

De hecho, según una encuesta realizada por la SEMG y los colectivos de afectados Long Covid Acts, se han registrado hasta un total de 200 síntomas persistentes que fluctúan en el tiempo. «Es una afectación multiorgánica que varía dependiendo de la persona. No es que se den 16 síntomas a la vez, sino que se van dando primero unos y después apareciendo otros», explica Rodríguez Ledo.

Es importante diferenciar entre secuelas y Covid persistente: «Una cosa es cuando se complica la enfermedad y ha requerido ingreso y, fruto de ello, quedan una “cicatrices” que comprometen la función del órgano afectado. Estos pacientes suelen ser hombres de edad avanzada y con comorbilidades asociadas. En cambio, el perfil de la persona con Covid persistente no ha tenido la enfermedad de forma aguda, no ha requerido ingreso y la patología no ha tenido gran complejidad y no encontramos esas “cicatrices”. Además, el perfil de afectados suele ser mujer y joven, 43 años de media, y que no tiene otras enfermedades de base», explica la experta.

Covid persistente
Covid persistenteTania Nieto

Aunque sus causas, como con casi todo con el SARS-CoV-2 es aún una hipótesis, apunta Rodríguez Ledo, «se podrían deber, por una parte, a que el virus permanece acantonado en el organismo, o porque se produce una respuesta inmunitaria desadaptada».

Precisamente un reciente estudio llevado a cabo en Nueva York (Estados Unidos) en pacientes que han padecido Covid-19 podría ser un primer paso para hallar respuestas a esta incógnita, pues ha revelado que persisten restos del virus SARS-CoV-2 en diferentes puntos del intestino delgado tres meses después de que se detectara la infección, cuando los pacientes están asintomáticos y dan negativo en pruebas PCR.

«Los virus son agentes de gran adaptación a nuestro organismo. Es lo que pasa con otros virus como el del VIH o incluso el del herpes labial, que permanecen latentes en el organismo», explica la doctora. Sin embargo, puntualiza, esto no quiere decir que el coronavirus persista de forma infectante, «como cuando estaba en la mucosa orofaríngea y causaba el cuadro agudo. Pueden permanecer suficientes fragmentos del mismo para desencadenar una cascada inflamatoria crónica de alteraciones inmunológicas que tome por sí misma suficiente entidad como para seguir produciendo los síntomas de una forma multiorgánica». Este hallazgo podría condicionar el tratamiento que hasta ahora se está aplicando a estos pacientes, pues «si el virus está acantonado hay que acabar con él y eso se hace con antivirales, pero si el problema es de la respuesta inmune, entonces habría que hacerlo con inmunosupresores... Ahora damos analgésicos y ansiolóticos, pero a lo mejor habría que tratarlos con antivirales», asegura la vicepresidenta de la SEMG.

Lo cierto es que aún no existe un tratamiento específico para estas patologías que persisten tras el cuadro de Covid-19 agudo, debiendo en su manejo plantear un enfoque global de los distintos problemas presentes. «Las distintas entidades se manejan como habitualmente se hace en pacientes con dolencias similares provocadas por otras enfermedades, es decir, pueden requerir oxigenoterapia en domicilio si continúan con insuficiencia respiratoria, apoyo psicológico (en ocasiones pudiendo requerir psicofármacos), rehabilitación y fisioterapia motora y respiratoria, terapia ocupacional…», cuenta Juan María Herrero, médico internista y vocal de comunicación del Grupo de Trabajo en Enfermedades Infecciosas de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI).

La punta del iceberg

«Son muchas las personas que viven y padecen en la actualidad con secuelas y síntomas persistentes tras haber padecido el cuadro agudo de Covid-19. En ocasiones viven su enfermedad con sensación de incomprensión o abandono. Debemos poder darles apoyo médico y seguimiento, así como continuar dedicando recursos a investigar y definir mejor cuál es su evolución a más largo plazo, y qué tratamientos pueden ser útiles para mitigar estas secuelas», lamenta Herrero.

Y es que se estima que el 10% de los afectados presenta Covid persistente, lo que teniendo en cuenta los dos millones de pacientes que hay en España, son muchas personas... «Es una gran bola de nieve. Estamos como en un iceberg: tratando el pico visible de ingresados pero debajo de esta pared visible está la mayor parte a la que hay que darle solución», concluye Rodríguez Ledo.