Coronavirus
La Covid suspende 45.000 cirugías traumatológicas programadas
Si bien este tipo de intervenciones no son urgentes, su retraso conlleva importantes consecuencias en el pronóstico de estas patologías, así como en lo que respecta a la calidad de vida de los pacientes
El año pasado en España se dejaron de practicar más de 45.000 cirugías traumatológicas programadas: alrededor de 35.000 corresponden a cadera y rodilla; 5.500 a cirugías protésicas de hombro y en torno a 5.000 se refieren a intervenciones de columna.
Así lo estima el Sector de Traumatología de la Federación Española de Empresas de Tecnología Sanitaria (Fenin) que, para amortiguar el impacto sanitario y económico motivado por la cancelación de estas intervenciones, considera fundamental que se normalice la actividad quirúrgica no urgente y que se reprogramen aquellas cirugías que se han visto afectadas a causa de la pandemia. Y para ello propone la puesta en marcha de un plan específico de recuperación de listas de espera, así como la dotación a los hospitales de los recursos y mecanismos necesarios para poner fin a esta situación, de modo que las listas de espera no continúen aumentando.
Si bien este tipo de intervenciones no son urgentes, su retraso conlleva importantes consecuencias en el pronóstico de estas patologías, así como en lo que respecta a la calidad de vida de los pacientes, además de que compromete su recuperación, lo que se traduce en destacados costes para el sistema sanitario (bajas laborales, frecuentación hospitalaria y visitas a urgencias, etc.). Posponer este tipo de cirugías puede suponer también que persista y se agrave el dolor en los pacientes, así como la limitación funcional que provocan dichas afecciones, lo que impacta directamente sobre su desarrollo normal de la actividad diaria y favorece el sedentarismo, con las consiguientes consecuencias sobre la salud cardiovascular, especialmente de cara a enfermedades como la diabetes o la hipertensión. Asimismo, para paliar el dolor de estos pacientes, se tiende a aumentar el consumo de fármacos (especialmente analgésicos y antiinflamatorios).
Otra de las consecuencias derivadas del retraso de estas intervenciones es el agravamiento de la patología y la sobrecarga mecánica de otras articulaciones, acelerando la artrosis y provocando contracturas o tendinitis, lo que supone un empeoramiento del estado físico del paciente. Esta situación llega a repercutir también sobre la salud emocional de los afectados, contribuyendo a la aparición de depresión o ansiedad. Todo ello se traduce además en un importante aumento de los costes que han de asumir los hospitales y las administraciones Públicas, ya que el incremento de las listas de espera implica que, en el futuro, el sistema deberá destinar mayores recursos debido al agravamiento de estas patologías.
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