Neurocirugía
La estimulación cerebral profunda cura problemas psiquiátricos crónicos
Esta técnica mejora el trastorno obsesivo compulsivo, la depresión o la esquizofrenia de manera muy segura
La pandemia ha puesto «patas arriba» nuestro mundo y después de más de un año inmersos en ella, ahora afloran problemas del comportamiento ypatologías psiquiátricas de gran envergadura, tal y como ocurre con la depresión o con el trastorno obsesivo compulsivo (TOC). Cuando estos «achaques» se cronifican ante la ineficacia de los tratamientos farmacológicos, la suma de factores puede resultar determinante para mermar la calidad de vida, sobre todo en pacientes con TOC, depresión, anorexia nerviosa, síndrome de Gilles de la Tourette (un trastorno caracterizado por movimientos repetitivos o sonidos indeseados como tics) o ansiedad refractaria.
Es ahí cuando entra en juego una herramienta muy eficaz, pero por desgracia poco conocida, como es la estimulación cerebral profunda, «una técnica que consiste en regular mediante impulsos eléctricos el funcionamiento de un circuito cerebral alterado, lo que da lugar a los síntomas neurológicos o psiquiátricos», asegura Jordi Rumiá, vicepresidente de la Sociedad Española de Neurocirugía Funcional y Estereotáctica (Senfe), quien detalla que «la modulación del circuito mediante impulsos eléctricos puede mejorar los síntomas».
Para que los impulsos eléctricos lleguen al circuito «diana», es decir, el punto exacto del cerebro que hace falta estimular para, «se implantan electrodos en la zona apropiada. Para ello se emplea una técnica neuroquirúrgica de guiado muy precisa de los instrumentos en el interior del cerebro, llamada “estereotaxia”», explica Rumiá. Y a pesar de lo complejo que pueda parecer, «se trata de una intervención sencilla de apenas dos horas y con un postoperatorio bueno, pero sobre todo, es una cirugía muy segura y eficaz, aunque existe un gran desconocimiento que dificulta su uso», lamenta Cristina Torres, neurocirujana y vocal de Senfe.
En la actualidad, la indicación en la que se tiene más experiencia en cuanto al empleo de la estimulación cerebral profunda «es el trastorno obsesivo-compulsivo. También se han obtenido buenos resultados en depresión, sobre todo en algunas series de pacientes. En otras indicaciones, como trastorno bipolar o esquizofrenia, los resultados de los estudios piloto, con un número reducido de pacientes, resultan muy esperanzadores en cuanto a su seguridad y eficacia», avanza Rumiá. Y así lo corrobora Torres, quien insiste en que «muchos pacientes con enfermedades psiquiátricas crónicas y que no responden bien al tratamiento médico y a la terapia psicológica se podrían ver muy beneficiados con el uso de esta cirugía, pero en muchas ocasiones se definen como casos ’'perdidos’' porque incluso algunos profesionales desaconsejan la cirugía, a pesar de que está demostrado con estudios científicos que son técnicas seguras y eficaces, ya que, según nuestra experiencia, de esos pacientes que no tenían otra alternativa, entre un 50% y un 70% de ellos alcanza una mejoría muy considerable, lo que les permite volver a tener una gran autonomía». Y es que «la calidad de vida de los pacientes mejora al controlar o disminuir los síntomas que les produce la enfermedad, que suelen ser muy incapacitantes y les hacen llevar una vida muy restringida», explica Julio Albisua, presidente de Senfe.
De hecho, en el caso del TOC, enfermedad que afecta a más del 2% de los españoles, «sabemos que al menos el 10% de ellos son refractarios al tratamiento psicofarmacológico, y eso se traduce en un gran número de individuos que, si se sometieran a esta intervención, podrían recuperar su calidad de vida», asegura Torres. Y lo dice con rotundidad, porque, tal y como asegura Rumiá, «España está a un nivel muy similar a los de los países de su entorno europeo tanto por la prontitud en la adopción de las técnicas de estimulación cerebral profunda, como por el número de centros que la practican y el volumen de pacientes operados cada año».
A pesar de ello, y aunque la situación ha mejorado, desde Senfe reconocen que todavía «se emplea en pocos pacientes y demasiado tarde. «Las publicaciones científicas evidencian la seguridad y la eficacia, pero también su eficiencia económica cuando se compara científicamente con otros tratamientos. Es nuestro deber hacer que estos conocimientos lleguen a los profesionales de la salud y a la población general. Muchos pacientes cuyos síntomas no se controlan con fármacos tienen que ser informados de que la neurocirugía funcional, y en particular la estimulación cerebral profunda, puede ser el tratamiento que mejore su enfermedad, concluye Rumiá.
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