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Parálisis facial: «Ha sido un calvario, pero ahora puedo medio sonreír»

Tras siete operaciones, se le nota «muchísimo menos. Y con mascarilla, menos aún», afirma Miguel Ángel

Fotografías facilitadas por Miguel Ángel Ordóñez sobre "el calvario" por el que ha pasado
Fotografías facilitadas por Miguel Ángel Ordóñez sobre "el calvario" por el que ha pasadoArchivoArchivo

Miguel Ángel Ordóñez empezó a notar que «no podía silbar bien, que si pedía un café se me derramaba, que no podía cerrar los labios... hasta que un día un compañero de trabajo me dice: ’'Miguel Ángel, uno de tus ojos no parpadea’'. Me miré en el espejo y así era».

Tenía paralizado el lado izquierdo del rostro. «Los médicos pensaron que era una parálisis facial de origen ideopático, y me estuvieron tratando con electroestimulación y haciéndome resonancias magnéticas y TACs durante meses. Pero en vez de ir a mejor, empeoraba a pasos agigantados. Tardé más de un año hasta que me diagnosticaron bien». Tenía un neurinoma del acústico, un tumor benigno en el nervio facial, que le provocó la parálisis facial.

En ese momento, «se me cayó el mundo encima. Me decían que la única opción era radioterapia. No se atrevían a abrirme el cráneo porque ponía en riesgo mi vida. Pero la radio, por la ubicación del tumor, podía afectarme al equilibrio, a la audición... Vamos que con 42 años que tenía entonces y dos hijos iba a depender toda la vida de terceras personas».

Tras mucho insistirle su mujer, su gran apoyo, «subimos a Navarra –son de Jaén–, donde nos dijeron que lo mejor era quitar el tumor y que después tendría que someterme a operaciones estéticas». Y así fue. Le extirparon el tumor en diciembre de 2018. Pero la conexión del nervio de la lengua no fue bien. «Recuerdo que me miraba en el espejo y me veía desfigurado». Por eso, a posteriori, el cirujano plástico le hizo una transferencia del nervio masetérico al facial, junto con la colocación de un tendón como soporte, y con eso empezó a sonreír.

La última operación, «la séptima, fue en octubre de 2020. Se dilató por la Covid-19, porque me tenían que haber intervenido en junio-julio. Me dolía mucho el ojo izquierdo y me había salido un bulto en la cicatriz que tengo de cabeza a cuello que con cada mínimo roce me daba un calambrazo en la cara. Me cambiaron una pesa de oro que me habían puesto en el párpado por otra de más peso para que el ojo tienda a cerrarse y lubrique, y así evitar daños en la retina; de hecho, me lo tapo con algodón para dormir», explica Miguel Ángel, que tiene que ponerse cuatro o cinco veces al día suero autólogo y lágrimas artificiales entre medias. «También me quitaron el bulto, pero noto que está volviendo a salir».

Las secuelas que le quedan «las voy a tener de por vida». Y una de las cosas que peor llevo es no poder montar en bici porque al no parpadear me duele el ojo con el viento. Y cuando me ducho, si me entra agua en el ojo lo paso fatal». Además, «tengo muchas limitaciones a la hora de desempeñar las funciones que antes hacía en mi empresa, por lo que me he visto obligado a contratar trabajadores para que hagan las funciones que yo antes hacía». A todo ello hay que sumar los dolores en la cara y en la sien.

«Estoy bajo tratamiento psicológico, aunque te diré que en comparación con cómo estaba tras la primera operación estoy bastante mejor, por supuesto. Tengo amigos que pensaban que no iba a poder hablar mucho porque estaba totalmente desfigurado. Y sí, mi sonrisa la he perdido, pero ahora puedo medio sonreír. Se me notan muchísimo menos las secuelas y con mascarilla menos aún. He pasado un calvario, pero después de todo estoy contento. No puedo pedir más. Antes le decía a mi mujer que me parecía al de ’'Los Goonies’'», dice riéndose.

Foto actual de Miguel Ángel tras someterse a siete operaciones
Foto actual de Miguel Ángel tras someterse a siete operacionesCedida

Lo que no concibe es cómo puede ser que haya estado «pagando y sigo abonando la cuota máxima de autónomo y, cuando necesité que el SNS me cubriese, me dejó tirado. Tuve que tirar de ahorros y de ayudas de familiares, pero mucha gente no tiene esa opción», denuncia Miguel Ángel, que sólo tiene palabras de agradecimiento para los doctores Díez Valle, Manrique y Hontanilla, de la Clínica Universidad de Navarra.

¿Cuál es el motivo de las parálisis faciales?

Las parálisis faciales pueden tener «diferentes orígenes. La afrígore, que se recupera la plasticidad dos semanas después, la idiopática en la que realmente no se sabe la causa, de origen vírica o por infecciones. En embarazadas por retención de líquidos y que en tres o cuatro meses se recupera aunque es raro lograr un 100% de normalidad. También la hay de origen farmacológico, traumáticas, postquirúrgicas, por estrés, etc.», explica el Dr. Bernardo Hontanilla, vocal de Relaciones con la Universidad e Investigación de la Sociedad Española de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética (Secpre) y especialista de la CUN.

«Las parálisis progresivas tumorales pueden tardar tiempo en mostrarse. Lo importante es que desde que el paciente no parpadea hasta el diagnóstico no pase mucho tiempo», añade.