Investigación
La trucha común, adicta a las metanfetaminas por el consumo humano
Los investigadores descubrieron que los peces experimentaban abstinencia y que eran menos activos
Muchos de los fármacos que consumimos terminan en el agua y el tratamiento actual de los efluentes no está equipado para hacer frente a ellos. Los medicamentos como la fluoxetina, también conocida como Prozac, que se infiltra en nuestras vías fluviales pueden envalentonar a los peces y alterar su comportamiento, pero la contaminación farmacéutica no termina con los medicamentos recetados. Las drogas ilegales, como la metanfetamina (un estimulante sumamente adictivo que afecta el sistema nervioso central), también pueden acumularse en las vías fluviales. “No estaba claro si las drogas ilícitas alteran el comportamiento de los peces”, dice Pavel Horký, de la Universidad Checa de Ciencias de la Vida en Praga, República Checa. Él y sus compañeros, de la citada universidad y de la Universidad de Bohemia del Sur decidieron investigar si la trucha común, también llamada trucha marrón (Salmo trutta), se ha hecho adicta a la mentafentamina presente en sus vías fluviales y descubrieron que sí, según el estudio publicado hoy en “Journal of Experimental Biology”.
Para llegar a esta conclusión, los investigadores aislaron ejemplares de trucha marrón en un tanque de agua mezclada con 1 μg l-1 de metanfetamina (un nivel que se ha encontrado en los ríos de agua dulce del país) durante ocho semanas, y verificaron si los animales estaban experimentando abstinencia al cristal ofreciéndoles la posibilidad de elegir entre agua dulce o agua que contenga metanfetamina, cada día alterno durante 10 días. Si los peces se hubieran vuelto adictos a los bajos niveles de metanfetamina en el agua, sentirían los efectos de la abstinencia y buscarían la droga cuando estuviera disponible.
Al rastrear las elecciones de los peces, el equipo tuvo claro que la trucha que había pasado dos meses en agua contaminada con metanfetamina se había vuelto adicta, seleccionando agua que contenía la droga, ya que sufría abstinencia durante los primeros cuatro días después de mudarse al agua dulce. Además, los peces adictos eran menos activos que las truchas que nunca habían experimentado la droga, y los investigadores encontraron evidencia de la droga en el cerebro de los peces hasta 10 días después de la retirada de las metanfetaminas. Parece que incluso niveles bajos de drogas ilícitas en nuestras vías fluviales pueden afectar a los animales que residen allí.
A Pavel Horký también le preocupa que la adicción a las drogas pueda llevar a los peces a congregarse cerca de descargas de tratamiento de agua insalubres en busca de esta sustancia ilegal, además de alterar su ritmo natural de vida. “La provocación de la adicción a las drogas en los peces silvestres podría representar otro ejemplo de presión inesperada sobre las especies que viven en entornos urbanos”, sugiere.
Una presión que no ha descendido durante la pandemia. Y es que el mercado y el tráfico de drogas en la Unión Europea se ha adaptado a la pandemia y, lejos de sufrir un revés, la oferta es mayor que nunca, según el informe anual del Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías (Emcdda, por sus siglas en inglés), publicado recientemente. Y en el que se precisa que los traficantes se han adaptado a las restricciones y a los cierres fronterizos. De hecho, antes de la Covid, el observatorio detectó una tendencia a trasladar la producción, o al menos su fase final, a Europa, para evitar las leyes antitráfico, lo que genera más riesgos medioambientales, sanitarios y de seguridad en la UE. En el caso del cristal, el informe destaca que ha crecido la producción de metanfetaminas con la participación de algunos cárteles mexicanos.
Ahora bien, “es una sustancia que se consume muy poco en España. En la Red española de análisis de aguas residuales con fines epidemiológicos medimos lo que llega a 30 depuradoras y la metanfetamina se detecta en muy pocas, en el área de Barcelona algo más, pero lejos en todo caso del microgramo litro que reporta este estudio. Y hablamos de agua residual; es decir, que esta sustancia se depura bastante bien, por lo que a nivel nacional no debería ser un problema. El cristal se consume más en el centro de Europa, en España su consumo es residual” explica a este periódico José Benito Quintana, coordinador de la ESAR-Net, e investigador de la Universidad de Santiago de Compostela.
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