Opinión
Frenar la quinta ola
Carmen Montón es ex ministra de Sanidad, Consumo y Bienestar Social y embajadora Observadora Permanente de España ante la OEA y la OPS
Llegó el verano y seguimos en estado de pandemia, que no de alarma. Hemos pasado por la primera ola, la segunda… y ya vamos por la quinta. Tenemos vacunas, aunque repartidas todavía de manera desigual en el planeta. Sabemos la información y manejo para la prevención del contagio; unas normas bien sencillas, mascarilla, distancia social e higiene (sobre todo lavado de manos). Hemos resistido situaciones muy exigentes obligados a confinamientos estrictos para aplanar la curva de contagio.
Ahora, una vez finalizado el estado de alarma y con el levantamiento de restricciones, el peso de evitar el contagio está recayendo cada vez más en el buen hacer individual de cada uno de nosotros. Podemos vacunarnos, pues la campaña de vacunación una vez superados los cuellos de botella producidos por las farmacéuticas, está funcionando de manera más que razonable. Tenemos movilidad. Podemos prescindir de mascarillas en espacios abiertos, eso sí manteniendo la distancia de seguridad, y yo añadiría que el sentido común.
Y ¿qué está pasando para que la incidencia de contagio esté incrementándose a tanta velocidad? ¿Un año de sacrificios no ha servido para concienciarnos? ¿Tan pronto olvidamos? ¿Somos conscientes de que estar vacunados no significa que no contagiemos? No quiero ser agorera, pero en septiembre suele empezar la campaña de vacunación de la gripe estacional, y antes del Covid-19 las urgencias de los hospitales sufrían ciertos aprietos debido a la gripe y sus consecuencias.
La quinta ola de Covid-19 ha comenzado con fuerza, y para frenarla me temo que va a ser necesario dar más de un paso atrás, en horarios de ocio y restauración, en aforos, en la movilidad… Frenar el contagio del virus para que no llegue a la población más vulnerable y evitar males mayores es tarea colectiva.
Ahora, que los mayores están vacunados, los más vulnerables se van a encontrar en los segmentos de edad no vacunados. Jóvenes y niños y niñas, tienen un índice menor de gravedad y mortalidad, pero no están libres de ello. Si el contagio en estas edades es muy alto, por estadística terminaremos viendo enfermedad grave y mortalidad también en ellos. En la primera ola frenamos la curva de contagio por los mayores, ahora hagámoslo por los más jóvenes y pequeños, aun sin vacunar.
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