Opinión

Olivia y Anna

Carmen Montón es embajadora Observadora Permanente de España ante la OEA y la OPS y ex ministra de Sanidad, Consumo y Bienestar Social

Cuantos de nosotros y nosotras hemos tenido ese nudo en la garganta al conocer el fatal y cruel desenlace de su desaparición. A las que somos madres, o padres. A las abuelas y abuelos. A todas y todos aquellos que tenemos la suerte de tener cerca en nuestras vidas algún niño o niña, supongo les puede pasar como a mí; que pienso en los niños y niñas a los que tanto quiero por un segundo, y solo un segundo puedo tener en mi cabeza esa idea, porque me es imposible asumir la hipótesis de ese dolor infinito.

Y aún con ese nudo en la garganta han aflorado los discursos negacionistas. En este momento duelen más. Y me siento en la obligación moral y ética de hablar claro, alto y a corazón abierto. La explicación de los asesinatos a niños y niñas como este es la violencia vicaria, la violencia de género, el machismo, el patriarcado.

Un maltratador no es un buen padre. Un maltratador no es un buen hombre. No es una buena persona. Este es un crimen machista cometido con el propósito, doblemente cruel, de infringir a la mujer, la madre, el mayor daño posible. Una venganza machista cuando las mujeres dan el paso de intentar romper con el maltratador.

Negar la violencia machista en todas sus manifestaciones es ser cómplice. La violencia tiene género. Desde 2003 casi 40 niños y niñas han sido asesinados como consecuencia de la violencia de género. Más de 500 huérfanos y huérfanas por asesinatos machistas. 1.097 mujeres asesinadas por los maltratadores. El machismo mata. Todos los días en el planeta, es estructural.

El feminismo salva vidas. Sin equidistancias es necesario unidad en la lucha contra la violencia de género. Por los niños, por las niñas. Por las mujeres. Por las personas que quieren convivir en paz, en el respeto y la igualdad. Olivia y Anna descansen en paz.